Desde hace ya varios años y con una presencia pública cada vez más notable, se está poniendo sobre la mesa la relevancia y el esfuerzo humano por recuperar las memorias colectivas silenciadas durante décadas en el Estado español. La comunidad social no reconoce como suya la historia oficial, y el pasado traumático ha supuesto un colapso en la búsqueda de la verdad, que aún a día de hoy genera tensiones y una lucha en sí misma como herencia de la lucha del pasado. Un terreno importante en el sentido de la reconstrucción de esta memoria silenciada son los lugares y espacios que fueron escenarios materiales de esta cruenta batalla, y que deben conocerse socialmente porque nos conectan con el reconocimiento antifascista de ayer y de hoy. La memoria colectiva no es un campo teórico, es una práctica cotidiana que nos convierte en sujetos que narramos nuestras historias. La memoria colectiva tiene el objetivo de recuperar una historia con una finalidad legítima y aprovechable por el colectivo humano que reconoce buscar ese pasado.
El escenario de la Batalla de Jarama es un espacio geográfico muy amplio, en un terreno considerable correspondiente a varios municipios, restos materiales directamente relacionados con las acciones militares y monumentos de homenaje construidos posteriormente. Además, se han convertido en lugares de reencuentro de antiguos combatientes que han acudido en años pasados a pesar de su ya evidente vejez. De esta manera en este texto recogeremos algunos de los lugares más destacados para que cualquier persona pueda configurar una ruta histórica, recorriendo la senda de la memoria internacionalista.
De norte a sur, el primer lugar donde recomendamos hacer una parada es en el municipio de Rivas Vaciamadrid, que en tiempos de la contienda eran dos municipios que quedaron arrasados por las operaciones militares y se reconstruyó en la unificación de una sola localidad en 1959. En los últimos años se han realizado excavaciones arqueológicas en la zona de la Laguna del Campillo, donde se han reconocido restos del antiguo pueblo de Vaciamadrid, y algunas líneas de trinchera de resistencia ligadas a la defensa del Puente de Arganda. En esta estructura de hierro en desuso pero que aún se conserva, se pueden observar los agujeros de balas y metralla de aquellos días fríos de febrero en los que fue defendido por los batallones Dombroswki (alemán), Garibaldi (italiano) y André Marty (francés) inmortalizado este último en una fotografía por Ernest Hemingway. Al otro lado de la actual carretera de Valencia, y caminando por una pista de tierra con la autovía siempre a nuestra derecha, sobre el conocido como cerro de La Oliva, podemos visitar un conjunto de trincheras restauradas por asociaciones memorialistas en la pasada década.
Arganda del Rey ha pretendido promover la creación del parque histórico de la Batalla del Jarama junto a otros municipios de la región. Existe una serie de rutas que se pueden hacer a pie; una de ellas discurre por el Camino del Valle y la Loma de Vallejogato, donde encontramos varias fortificaciones de hormigón, y un campamento republicano de retaguardia. En el centro del municipio encontramos la llamada Casa del Rey, desde donde el General Walter dirigió a la XIV Brigada Internacional. También en la localidad encontramos el café-teatro Casablanca, conocido en la época como Teatro-Cine de la Cruz, donde se situó un hospital de sangre que fue destruido por un bombardeo de la aviación franquista.
Por último, la localidad de Morata de Tajuña alberga un museo de la Batalla del Jarama que se encuentra en un edificio anexo al Mesón del Cid, en la calle del Carmen 25. Si bien contiene una vasta colección de materiales recogidos durante decenas de años de la batalla, su contenido es fruto del expolio arqueológico privado y bajo un discurso historiográfico muy cuestionable. Entre las muchas rutas que ofrece el ayuntamiento de Morata de Tajuña, destacamos una entre este municipio y San Martín de la Vega en la carretera M-302, donde a la izquierda desplazándonos en coche encontraremos un monumento a las Brigadas Internacionales, una escultura con forma de puño cerrado; y en un entorno rodeado de restos de trincheras perfectamente identificables. En la misma carretera un par de minutos más adelante, en la intersección con la Cañada Real Galiana y también a nuestra izquierda sale una pista de tierra hacia la Suicide Hill o colina del suicidio, donde otro monumento recuerda a los cientos de británicos que perdieron la vida en ese lugar. Poco más al sur, en el actual Parador de Frascuelo, la casona que queda en pie sería la antigua Cookhouse, o cocinas donde se preparaba el rancho de los brigadistas en combate.
Esta senda de la memoria en el valle del río Jarama de Madrid está tejida por la presencia de esos hombres y mujeres de las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil española. Las memorias comunes comparten recuerdos y recursos, llevan a una autogestión del conocimiento y se ponen al servicio de unos intereses de clase popular y lucha que confrontan a la historia de la opresión.
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