Sin previo aviso y rompiendo la organización habitual de las secciones del periódico, permítanme que me disponga a sustituir el análisis de un acontecimiento concreto acontecido durante este último mes desde una perspectiva libertaria por un repaso poco ortodoxo de las lecturas que me han acompañado durante este período estival, un período que ha tenido mucho más días infernales por una ola de calor ininterrumpida que días libres de la condena asalariada, por ello, los largos viajes en el metro me han permitido encadenar un libro tras otro.
Allá por el mes de marzo, tomé la decisión de dedicar los siguiente meses a leer las biografías de las grandes figuras del anarquismo ibérico de finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, un poco por folklore, un poco por ir más allá del mito creado en torno a determinados personajes. Entono, primero, un mea culpa colectivo por la poca producción editorial sobre mujeres libertarias, aunque debe remarcarse el trabajo de La Linterna Sorda, con la publicación de las biografías de Lucía Sánchez Saornil, Amparo Poch y Gascón o Emma Goldman, pero, también, manifiesto uno personal por dejarme llevar por los grandes nombres de hombres, sin indagar más allá. En esta línea, El Ángulo Muerto. Manuel Huet y la clandestinidad libertaria en Francia, de Ni cautivos ni desarmadas, editado por Piedra Papel Libros, más allá del repaso biográfico a la figura protagonista, El Murciano, reflexiona sobre por qué disponemos de pocas referencias documentales de mujeres en la lucha, resistencia y clandestinidad, haciendo un ejercicio necesario e interesante de visibilización de la labor desarrollada. Por otro lado, este libro sobrecoge, planteando la eterna duda de si realmente no se trata de pura ficción lo relatado en él.
Pero vamos con el que mayor impacto me ha generado, sin intención de desmerecer ningún otro, que es La bala y la palabra, de Luis Antonio Palacio Pilacés y Kike García Francés, editado por La Tormenta, un trabajazo sobre la vida de Francisco Ascaso Badía. Leedlo, son casi 600 páginas imposibles de resumir aquí, así que tan sólo puedo insistir, leedlo, copón, leedlo. Por destacar un punto, un elemento que me asombró, más allá de la actividad armada que siempre ha ocupado el foco de atención, fue la ingente tarea propagandística desarrollada. Como Ascaso, como otros muchos compañeros, recorrió todo el país durante el período republicano, dando mítines, reuniéndose con sindicatos, agrupaciones, etc., escribiendo en la prensa, etc. Esto mismo, encuentra correspondencia con lo relatado por Anselmo Lorenzo, en El proletariado militante. Memorias de un internacional, editado por el sindicato Solidaridad Obrera. Los anarquistas hablaban, sin pudor alguno, en los debates públicos, en sus puestos de trabajo, en las tabernas, en las reuniones de la burguesía o en la propia calle, a viva voz. De esta forma, la presencia libertaria en el espacio colectivo era notable, así como, inevitablemente, la represión, pero, de esta forma, a través de la conversación y debate cotidiano y constante, creció, en 50 años, un imaginario compartido capaz de hacer tambalear el estado de las cosas. El ritmo vital trepidante de estos hombres de acción impidió, salvo excepciones, una profunda producción teórica escrita, pero, ni mucho menos, debe interpretarse como fruto de una simpleza ideológica o dogmática concepción, como muchas veces se ha tratado de hacer ver de forma malintencionada por los comunistas marxistas. Ascaso demuestra una lucidez impresionante, resultado de un intenso esfuerzo formativo y un ejercicio colectivo de confrontación entre la práctica y la teoría.
Por otro lado, para las que sois de Madrid, los siguiente tres libros no sólo permiten adentrarse en figuras claves del anarquismo madrileño sino que, también, proporcionan un retrato de una ciudad que ha sufrido múltiples transformaciones. Cipriano Mera. Vida y acción de un anarquista de Madrid, de Martín Bellaco y VVAA, editado por La Linterna Sorda; Madrid. Rojo y Negro, de Eduardo de Guzmán, también editado por La Linterna Sorda; y El último resistente de Madrid. Mauro Bajatierra, vida y obra de un anarquista de acción, de Julián Vadillo Muñoz, editado por La Malatesta. Del Tetuán de las Victorias de Cipriano Mera, figura austera y humilde, pero fuerte aglutinador social, a la resistencia por toda la provincia de las primeras semanas de la guerra relatada por Eduardo de Guzmán con el estilo periodístico que, a día de hoy, se nos antoja peculiar, terminando en el último foco de resistencia antifascista, la Guindalera, en la casa de Mauro Bajatierra, podemos recorrer las periferias urbanas, políticas y sociales de la capital.
Si bien la fuerza social de la CNT en Madrid no puede equipararse a la de la anarcosindical catalana, tampoco puede minusvalorarse. Los conflictos laborales previos al golpe de Estado, por su duración e intensidad, como la huelga de la construcción, y la reacción el 18 de julio y los días posteriores, evidencian la presencia de una fuerte organización, en una dinámica ascendente, con múltiples ateneos, publicaciones y figuras por descubrir.
Este viaje, desde las primeras reuniones de Anselmo Lorenzo y unos pocos militantes internacionalistas, en un piso de Lavapiés, hasta los cientos de miles involucrados en la construcción de una realidad antiautoritaria y anticapitalista, a pesar de la fuerte represión estatal, no debe convertirse en un ejercicio de nostalgia, habitualmente paralizante, sino en un aprendizaje y un impulso motivador. Por mucho que las condiciones actuales nos parezcan adversas, ya se construyó de cero una alternativa revolucionaria, aprendamos de los caminos ya recorridos, con la contextualización necesaria.
A por ellos que son pocos y cobardes.
(Si os encontráis residiendo en Madrid, todos estos libros podéis encontrarlos en el Local Anarquista Magdalena, aunque aún tengo pendiente la devolución de un par de ellos).