Autor: Roberto Blanco. Fundación Aurora Intermitente. 63 páginas. 2011.
Antes de que estallara oficialmente la burbuja inmobiliaria que, en agosto de 2007, daría origen a la crisis financiera internacional, una burbuja formada por una red llena de globos inflados estalló simbólicamente al final la manifestación convocada por el movimiento por una vivienda digna en la Puerta del Sol de Madrid el 2 de julio de 2006.
Sin embargo, bien se puede decir que esta lúcida acción colectiva emergió de forma espontánea en la protesta, ya que, en realidad, la finalidad inicial de la red de globos era la de servir de colchón para tratar de parar las posibles cargas policiales que acompañaban al movimiento desde sus inicios.
Estas y otras cuestiones son tratadas con detalle en el libro ¿Qué pasa? Que aún no tenemos casa, elaborado por el periodista Roberto Blanco con el propósito de documentar la historia de la Asamblea Contra la Precariedad y por una Vivienda Digna. Así se llamaría, en Madrid, el movimiento conocido como V de Vivienda; un nombre que surgió en Barcelona, pero que acabaría sirviendo para aglutinar la extensión de este movimiento social a un buen número de ciudades del Estado.
El libro, editado por el colectivo libertario La Aurora Intermitente, se completa con fotografías de Álvaro Minguito que recogen momentos significativos de las movilizaciones y, en conjunto, el trabajo forma de Alacalle, un proyecto periodístico que se propone dar buena cuenta de las luchas sociales emergentes.
En este sentido, el interés principal del libro es la forma directa y ordenada en que se recogen los testimonios de personas que protagonizaron el movimiento en Madrid, ciudad en la que se centra la investigación. De este modo, resulta clarificador conocer la evolución del movimiento por el derecho a la vivienda desde su primera acción de protesta -que consistió en una sentada en la Puerta del Sol el 14 de mayo de 2006 convocada por un correo anónimo a través de Internet-, pasando por la organización de asambleas, la formación de comisiones, la extensión a los barrios, la creación de acciones imaginativas y la elaboración de propuestas concretas como la del Alquiler Social Universal (basada en la ocupación sistemática de edificios deshabitados).
También es significativo constatar como el movimiento atravesó con sus reivindicaciones las elecciones municipales del 2007 y las generales del 2008, y el hecho de que se convirtiera en blanco de la represión y arrastrara la amenaza de prisión para nueve personas detenidas a lo largo de la existencia del movimiento.
Por todas estas cuestiones, no es casual, pues, ver en V de Vivienda uno de los precedentes más claros del gran movimiento social del 15-M. Y es que, más allá de las simples analogías, toda mirada atenta hacia el pasado -reciente o lejano- siempre acaba corroborando que ninguna lucha social sucede en vano, sino que todas ellas sirven para acumular experiencia y energía para la siguiente. Es una obviedad que, a veces, se olvida.
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