No es ninguna novedad señalar que los grandes medios de comunicación son el altavoz mediático de los intereses de las élites económicas y políticas. La relación entre medios y élites es una relación de auténtica camaradería, toda una demostración del “hoy por ti, mañana por mi”, un pacto del que ambos salen beneficiados. Ahí tuvimos todos los periódicos nacionales con las portadas compradas por Coca-Cola anunciando la felicidad que proporciona el refresco favorito de los sindicalistas asesinados por la marca en Colombia el día después de que el Tribunal Supremo tumbara el ERE que afecta a la plantilla de la embotelladora de Fuenlabrada. Quizás este sería un ejemplo paradigmático de la capacidad de una gran empresa de hacer valer sus intereses por una parte y de la falta de escrúpulos, la ocultación de información y la mentira por la parte de las grandes empresas de la comunicación.
Los medios de comunicación juegan un papel clave en el devenir de la sociedad, son los encargados de socializar los discursos hegemónicos, de marcar agendas políticas y de aupar al poder a quien sea necesario en el momento oportuno. Y así, a través de la generación de opinión pública y consensos, este modelo político, económico y social trata de surfear las adversidades que se va encontrando en el camino. En estos intentos, bastante fructíferos, de surfear las adversidades, el poder se dota de las herramientas necesarias para llevar a cabo su proyecto propagandístico, para esta ocasión nos gustaría señalar algunos de los casos más claros de cómo opera el poder en sus medios para apartar a la suave disidencia que se encuentra en ellos. En el territorio que habitamos, la antigua única, grande y libre España, tenemos la desgracia de tener que aguantar a uno de los partidos y gobierno más cutre y descarado de todos los que pueblan el continente europeo. El caso del Partido Popular, con el virtuoso y gran orador Mariano Rajoy a la cabeza, es digno de una tragicomedia, aunque quien parte el bacalao en cuestiones de comunicación y tiene la última palabra es nuestra amiga Soraya Saenz de Santamaría, hija de un asesino franquista, como no. Mientras que su padre acallaba la disidencia a balazos, su hija es algo menos drástica y se contenta con poner los medios al servicio del partido del gobierno.
La transparencia de la manipulación pública
Quizás la relación más transparente entre medios y poder sean las mal llamadas televisiones públicas, esas televisiones municipales, autonómicas o estatales donde casualmente la orientación política siempre mira del lado de los intereses del partido de gobierno. En Madrid tenemos TeleMadrid, la cadena autonómica con menos audiencia, caracterizada por despedir a sus trabajadores, sobretodo los que estén afiliados a un sindicato, para contratar a gente tan independiente y competente como exmiembros del para nada derechista canal Intereconomía, con programas tan exitosos y comprometidos socialmente, con los intereses de las élites, como “Ciudadano Cake”. Por supuesto, esto no es una cosa exclusiva del PP, por otro lado también tenemos Canal Sur, la autonómica andaluza, que no hace si no reproducir todos los clichés negativos del pueblo andaluz o decir lo buena que es su presidenta Susana Diaz. En cuestiones de manipulación mediática la cosa no va de partidos, si no de intereses sociales que se reducen al mantenimiento del statu quo.
Dentro de la pública se encuentra la joya de la corona, TVE. Que viene a ser el canal del gobierno. En los últimos meses, frente a la total pérdida de credibilidad por parte del gobierno, parece que se han puesto las pilas y así han contratado a 11 periodistas, parece ser que ninguno de los/as cientos de trabajadores/as de TVE valían, para fortalecer la cadena ante los próximos acontecimientos electorales. Estos/as periodistas tienen magníficos currículums: Onda Cero, Cope, Intereconomía o Periodista Digital, medios de comunicación que han demostrado con creces su compromiso… con el gobierno.
Además de fichar gente de su pperfil, también se deshacen de quienes les resultan molestos o no cuadran con su modelo de televisión. Así es el caso de retirar de la conducción del programa “La noche en 24h” a Xabier Fortes o la más famosa expulsión de Ana Pastor de “Los desayunos de TVE”, ambos no se caracterizan por ser periodistas militantes de nobles causas sociales, son periodistas que igualmente sirven a los intereses de la ideología dominante, que no cuestionan el modelo económico y que criminalizan a las luchas sociales, pero no son periodistas del Partido, y como la televisión pública es la televisión del gobierno, quien manda, ordena.
Aun más escandaloso ha sido la retirada de la periodista Yolanda Álvarez, corresponsal en Gaza de TVE, por petición directa del gobierno de Israel. El gobierno de Israel la acusaba directamente de ser una portavoz de Hamás, que es algo así como el “todo es ETA” pero en versión sionista. El caso es que el trabajo desarrollado por la periodista no se ajustaba a los estrechos márgenes del régimen terrorista de Israel, y nuestro gobierno, como buen cómplice, acata.
La mano del gobierno en las privadas
Tampoco los medios privados pueden alardear de independencia alguna. Cuando el periódico El País se encontraba en una situación económica insostenible, apareció la vicepresidenta Soraya para ayudar en la refinanciación de su deuda, poco tiempo después, hay un cambio de nombre en la dirección del periódico por una persona más tolerante con el gobierno. El diario La Vanguardia también recibió un toque de atención, al parecer para el gobierno el periódico estaba teniendo una dialéctica excesivamente independentista (catalán), aquí también hubo cambio de director. Tampoco olvidemos el caso de Pedro J. Ramírez, despedido director de El Mundo tras publicar los papeles de bárcenas. En unos pocos meses el gobierno se carga a 3 directores de 3 de los periódicos más influyentes del panorama estatal.
Pero no podrán callarnos
Con este panorama y teniendo en cuenta que el segundo mayor informador de los medios después del gobierno es la Brigada de Información Policial, la confianza en unos medios que solo se diferencian en su titularidad, pública-estatal o privada, se torno bastante difícil. Desde el Todo Por Hacer, de una forma mucho más humilde, sacrificada y, sobretodo, militante, tratamos de hacer, en la medida de nuestras posibilidades, de contrapeso respecto de los grandes medios, dando una voz propia a las luchas y movimientos que se enfrentan al orden imperante. Es necesario crear nuestros propios contenidos, nuestros propios medios y apoyarlos, para que lo que hoy es una pequeña publicación mensual pueda algún día ser un periódico diario, al alcance de cualquiera y que sea capaz de desmontar la estrategia de comunicación de las élites.
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