“Marta la estupa”, dos décadas infiltrada en movimientos sociales

Una investigación de El Salto, La Directa y antiguos militantes de Distrito 14 ha revelado que la histórica activista “Marta de Aranjuez” en realidad es María Ángeles G.A., una agente de policía nacional que lleva dos décadas infiltrada en movimientos sociales de Madrid. Se trata de la novena infiltración que destapan estos medios desde 2022.

María Ángeles comenzó a participar, bajo la falsa identidad de Marta, en experiencias autogestionadas en el año 2001, acudiendo a espacios como como el Centro Social Okupado El Laboratorio y militando en la Asociación de Familiares y Presos Políticos (AFAPP), un colectivo de apoyo a presos de los GRAPO y del PCE(r). En las dos últimas décadas ha participado en el movimiento antiglobalización, en el movimiento contra el desastre ecocida del Prestige, en las movilizaciones de “No a la Guerra”, en la plataforma V de Vivienda, en la acampada del 15-M y en acciones de “Rompamos el Silencio” (como la okupación de los Cines Bogart), pasando por la Coordinadora Antifascista de Madrid y, en los últimos años, el colectivo antirrepresivo Madres Contra la Represión.

Siempre resulta doloroso descubrir que una persona que hemos visto numerosas veces en charlas, asambleas y manifestaciones es una infiltrada. Pero en este caso resulta especialmente sangrante porque era una de las personas que se ponía en primera fila para sostener pancartas en actos en recuerdo de Carlos Palomino (un joven antifascista, asesinado en 2007 por un nazi en el metro de Legazpi)… Esto, unido al hecho de que numerosos compañeros suyos infiltrados han mantenido relaciones sexo-afectivas con las activistas a las que espiaban nos indica que no existe ningún límite moral que no estén dispuestos a traspasar.

A diferencia de lo que ha ocurrido con otros infiltrados, María Ángeles no ha dado de baja sus perfiles falsos en redes sociales (en los que anteriormente publicaba contenido relacionado con los movimientos sociales). Lo más sorprendente (o quizás no tanto) es que, tras ser expulsada de los colectivos en los que militaba, ha mostrado su verdadera ideología y ha comenzado a tuitear contenido fascista (“sigo siendo ultra”, “viva Le Penn”), racista (“qué asco de musulmanes”, “mucho negro suelto”, “son como los monos, sin domesticar”, o un irónico “viva la integración”), machista (ataques a Cristina Fallarás y Jenni Hermoso), insultos a políticas “de izquierda” (Ione Belarra, Mónica García, Irene Montero, Juan Carlos Monedero, Pedro Sánchez e, incluso, su superior, Marlaska) y a la deportista Ana Peleteiro y alabanzas a otros policías infiltrados (“guapooo” y “que la premien con algo gordo, se lo merece”), así como amenazas veladas (“tú procura que no te encuentre”). Éste es el tipo de gentuza que el Cuerpo Nacional de Policía y los gobiernos de Zapatero, Rajoy y Sánchez han enviado a espiarnos y a sostener las pancartas de nuestros compañeros encarcelados o asesinados.

Las imágenes utilizadas en este artículo han sido extraídas de El Salto

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