El panfleto ABC nos informaba que Juan Roig llegó a la empresa de su familia “con ideas románticas, procurar la felicidad de los clientes y los trabajadores”. El Mundo, de que “se puede afirmar que, gracias al sacrificio ligado al trabajo, sólo en los últimos diez años el matrimonio Roig ha ingresado no menos de 550 millones de euros”. El País nos sorprendía hace un par de meses con la noticia de que Roig cobró 5 millones de euros en 2013, pero antes de que nos pudiéramos escandalizar, nos aclaraba que “el empresario, que mantuvo el mismo sueldo que el ejercicio anterior, tiene comprometidos 21 millones en iniciativas de mecenazgo” y que ese sueldo se ve reducido a la mitad por los altos impuestos que paga. Aunque leyendo El País parezca que Roig gasta más en obras sociales de lo que ingresa, no hay nada más lejano a la realidad: según Forbes, su patrimonio es de 5.800 millones de euros.
El artículo que citamos de El País es una copia al publicado el mismo día, pero de dos años antes, por este mismo periódico, en el que se justificaba que Roig se hubiera subido el sueldo un 73% porque fuentes de la empresa “vinculan la fuerte subida en la retribución de Juan Roig a su actividad de mecenazgo”. Incluso eldiario.es, ante la creación de una nueva fundación del presidente de la cadena, publicaba un nuevo publirreportaje en el que alababa que Valencia se convirtiera en “un referente en emprendedurismo”, con el establecimiento de una escuela de negocios y una empresa de inversiones. Así es fácil de entender que Mercadona sea la segunda empresa con mayor reputación en el Estado en 2014. Lo que es más difícil de explicar es toda esta propaganda gratuita que realizan los grandes medios de comunicación a una empresa de la que nunca se ha visto publicidad convencional en ningún medio escrito.
Tal vez todo esto no sea gratuito, y la forma de pago tenga algo que ver con los métodos que esta empresa utiliza para financiar a los partidos políticos: según los papeles de Bárcenas pagó 240.000 euros al PP, cantidad a la que hay que añadir los 100.000 euros pagadas a su fundación FAES, o las donaciones que el empresario afirma haber realizado a la Fundación Mujeres por África, de la exvicepresidenta del Gobierno socialista María Teresa Fernández de la Vega.
Su solidaridad
“Las conejas españolas producen 10 kilos por cada parto, y las francesas 16,86, y no es porque sean mejores, sino porque allí están obsesionados por la productividad”.
Esas labores de mecenazgo tan publicitadas y por las que todos/ as deberíamos estarle agradecidos/as, se centran principalmente en la Fundación Lanzadera y en la Fundación Trinidad Alonso. Esta última, se dedica a dar becas a deportistas de alto nivel, lo que probablemente tenga algo que ver con que uno de sus hermanos sea el presidente del Villarreal CF, otro lo haya sido del Valencia CF y él mismo lo fuera del Valencia Basket. Lo preocupante, y que también nos hace preguntarnos el motivo para que esto le sirva para desgravarse a Hacienda, es que la mayor parte de sus donaciones van a parar a la otra fundación, dedicada a la formación de emprendedores; con ella pretende “ayudar a que líderes emprendedores creen empresas eficientes, que aporten valor e implanten un modelo empresarial sólido basado en el trabajo productivo, el esfuerzo y el liderazgo”. Qué tipo de emprendedores podremos esperar del autor de la frase antes citada y de alguien que cree que el modelo de relaciones laborales está en los bazares chinos…
Esta solidaridad con los/as empresarios/as contrasta con las múltiples denuncias que ha recibido por su política de destrucción de sus productos pasados de fecha o con algún defecto de empaquetado, que prefiere eliminar antes que dejar que personas necesitadas las consuman.
Su modelo laboral
“Nuestro absentismo es una cifra espectacular. Tenemos un 0,78% y en España está en el 6%. Los españoles tiramos a la basura al año 18.000 millones de euros en absentismo, de personas que no van a trabajar pudiendo ir, eso es más del 1,5% del PIB español que tiramos por la alcantarilla”.
Uno de los mantras que el empresario modelo repite en todo momento es la importancia de la productividad, presumiendo que en su empresa no existen casi bajas por enfermedad. Lo que casi nunca explica es la forma por la cual lo consigue. Desde el primer día de trabajo en la empresa, a los/ as trabajadores/as se les explica que no toda enfermedad motiva una baja médica, que aunque se esté enfermo, se debe acudir a trabajar y que antes de acudir al médico de la Seguridad Social debe ser examinado por el servicio médico de la empresa. Eso, y las experiencias de que una baja médica supone un despido inmediato que los/as compañeros/as del supermercado transmiten a los/as recién llegados/as, consigue un clima de temor a la enfermedad que ha logrado esa reducción de la calidad de vida de la que alardea Roig e imágenes de reponedores trabajando con un brazo en cabestrillo. (En el número de abril de 2014, La Marea publicaba un reportaje realizado con documentación interna de la empresa muy recomendable y que se puede leer en su página web).
La empresa intenta inculcar una mentalidad corporativa en su plantilla dando a entender que si el/la trabajador/a se sacrifica por la empresa tendrá un puesto estable, y demostrando que a la menor muestra de insatisfacción se verá en la calle. Por eso, las denuncias de represión sindical son infinitas pues la afiliación a un sindicato es el camino más corto al despido.
Un ejemplo de la forma de actuar de la empresa, pero también de fuerza de la solidaridad y de la lucha de los/as trabajadores/as, es la huelga convocada por CNT en el centro logístico de Sant Sadurní d’Anoia, Barcelona, en 2006. La creación de una fuerte sección sindical de este sindicato, fue respondida por la empresa con cuatro despidos, lo que da lugar a la que, hasta la actual lucha de los/as trabajadores/as de Panrico, era la huelga más larga de la democracia. En esta huelga, en la que un miembro del Comité de Huelga quedó inconsciente al ser fuertemente agredido al grito de “esto por Mercadona”, la empresa contrató a cientos/as de esquiroles y despidió a varios/as huelguistas, pero no logró parar una huelga que duró catorce meses y que finalizó con victoria de los/as trabajadores/ as. Desde ese conflicto, se han ido sucediendo otros con el mismo denominador común, despidos de delegados/as sindicales o meros/ as afiliados/as, generalmente de CNT y CGT, seguidos de denuncias públicas y acciones de boicot que han finalizado generalmente con el pago de elevadas indemnizaciones por parte de la empresa. En la actualidad continúan abiertos varios conflictos sindicales con la empresa, entre los que destacan los de la provincia de Valencia por el despido disciplinario de diez afiliados de CNT (puede seguirse la información actualizada en www.cnt.es/noticias/tag/mercadona).