El pasado 25 de octubre falleció el escritor, sociólogo, historiador y activista estadounidense, Mike Davis, a la edad de 76 años, por un cáncer de esófago. Davis estuvo especializado en urbanismo, problemas territoriales y revueltas sociales y es autor de varios libros, entre ellos El desierto que viene: La ecología de Kropotkin, Control urbano: La ecología del miedo, Ciudades muertas: Ecología, catástrofe y revuelta y Ciudad de cuarzo, una profunda y crítica mirada a su ciudad natal de Los Ángeles.
En agosto de 2022, con solo dos meses de vida por delante, Mike Davis le dijo al periódico The Guardian: “Lo que nos hace seguir adelante, en última instancia, es el amor que sentimos el uno por el otro y el negarnos a inclinar la cabeza para aceptar el veredicto, sin importar cuán poderoso parezca ser. Es lo que la gente común tiene que hacer. Tenemos que amarnos unos a otros. Tenemos que defendernos unos a otros. Tenemos que luchar”. En esta entrevista, por cierto, se pronunció sobre el activismo en un mundo que se muere: «La desesperación es inútil«.
Es más conocido por su libro de 1990 sobre Los Ángeles, Ciudad de Cuarzo. Este libro comienza con la descripción de una visita a las ruinas de la ciudad socialista de Llano del Río, fundada en 1914 en el desierto al norte de Los Ángeles. Allí, el Primero de Mayo de 1990, encuentra acampados a dos obreros de la construcción, veinteañeros de El Salvador, con la esperanza de encontrar trabajo en la cercana Palmdale. «Cuando les indiqué que estaban instalados en las ruinas de una ciudad socialista, uno de ellos preguntó si los ricos habían venido con aviones y los habían bombardeado«. Le preguntaron qué hacía allí y qué pensaba de Los Ángeles. Marshall Berman, al reseñar su libro para The Nation, dijo que combinaba «al radical que quiere captar la totalidad de la vida de su ciudad, y al guerrillero urbano que ansía que todo el maldito asunto estalle«. Y el asunto estalló, dos años después de la publicación del libro, con los disturbios tras la paliza de la policía a Rodney King en Los Ángeles en 1992. Los blancos asustados corrieron a casa, cerraron las puertas y encendieron las noticias de la televisión. Mike, sin embargo, conducía en dirección contraria, con su viejo amigo Ron Schneck a su lado. Aparcaron, salieron y empezaron a hablar con la gente de la calle sobre lo que estaba pasando. Luego se fue a casa y escribió sobre ello.
Mike odiaba que le llamaran «agorero». Sí, Los Ángeles explotó dos años después de la publicación de Ciudad de Cuarzo (editado por Lengua de Trapo); los incendios y las inundaciones se intensificaron después de Control Urbano, la ecología del miedo: más allá de Blade Runner (editado por Virus Editorial) y, por supuesto, una pandemia mundial siguió a El Monstruo llama a nuestra puerta (editado por Capitán Swing). Pero cuando escribía sobre el cambio climático o las pandemias víricas, no ofrecía una profecía; informaba sobre las últimas investigaciones.
Dijo que escribía sobre las cosas que más le asustaban. Control Urbano, ecología del miedo (1998) trataba de terremotos, incendios forestales, inundaciones y sequías a lo largo de un siglo. Un capítulo, «Razones para dejar que arda Malibú», se convirtió en un clásico, al argumentar que los presupuestos para incendios se gastarían mejor protegiendo los abarrotados barrios del centro de la ciudad, en lugar de proteger de incendios las megamansiones construidas en remotas laderas. Esto provocó su propia tormenta de fuego. Sus críticos, encabezados por un agente inmobiliario de Malibú, no pudieron refutar su argumento, así que se centraron en sus notas a pie de página, y tanto Los Angeles Times como The New York Times publicaron artículos sobre la controversia. Pero la controversia se desvaneció y el argumento se hizo más fuerte. «Durante la temporada de incendios«, escribió el columnista del LA Times Gustavo Arellano en 2018, cuando los incendios rodeaban Los Ángeles y el cielo estaba lleno de humo durante semanas, «siempre pienso en… Razones para dejar que arda Malibú«.
Os dejamos a continuación con un obituario de Mike Davis publicado por José Mansilla en El Salto. Se titula «Mike Davis, un sociólogo inusual (1046-2022)«
Mike Davis, un sociólogo inusual (1946-2022)
Mike Davis no fue un sociólogo al uso. Antes de dedicarse de lleno a la carrera académica, había sido obrero metalúrgico y conductor de camiones y autobuses. Como él mismo contó en alguna ocasión, su retorno a los estudios estuvo influenciado, entre otras cuestiones, por la necesidad de construir pensamiento político crítico y alejar a militantes, activistas y sindicalistas de aquellas respuestas rápidas y contundentes, muchas veces violentas, que tantas veces surgían automáticamente durante los conflictos sociales que presenció. Las clases populares no debían, por tanto, centrarse en soluciones inmediatas, sino pensar a largo plazo en cambios estructurales. Davis, por tanto, no era un profesor al uso, era un trabajador, un obrero devenido en sociólogo, un intelectual que se interesó por la cuestión urbana, con base en las ciudades de su estado de origen, California, pero que también se acercó a la política internacional, al papel del imperialismo o a la crítica a la forma en que estaba desarrollándose la globalización capitalista. También escribió ficción, así como un sinfín de artículos, reseñas y breves notas militantes.
Su análisis sobre las posibilidades de aparición de una pandemia de alcance mundial, con la publicación del libro The Monster at Out Door: The Global Threat of Avian Flu en 2005, anticipó 15 años lo que supuso, con posterioridad, la llegada del covid-19 (de hecho, publicó una actualización de este libro con motivo de las novedades aportadas por el coronavirus, el cual tuvo traducción al castellano por Capitan Swing bajo el título Llega el monstruo: covid-19, gripe aviar y las plagas del capitalismo). En este texto ofreció, a aquellos interesados, un marco de razonamiento de la situación desde las ciencias sociales, en un momento en que las respuestas ofrecidas por los poderes públicos de todo el globo estaban centradas en el desarrollo de las vacunas, el control sanitario y el aislamiento. El dedo de Mike Davis, señalando las políticas de recortes públicos y repliegue nacionalista de Donald Trump que impidieron controlar, por ejemplo, este tipo de casos allí donde surgieran, o el acento puesto en el desarrollo capitalista global bajo el que opera la industria agroalimentaria, resultaron de enorme interés para desmontar tópicos, bulos y aproximaciones superficiales a aquella realidad.
La gran obra de Mike Davis, La ciudad de cuarzo. Arqueología del futuro de Los Ángeles, de 1990, advertía también del desarrollo acéfalo de las ciudades guiadas por la lógica del beneficio. Partiendo del caso de la gran urbe californiana, Davis retrató en su libro un espejo deforme de lo que debería ser la realidad urbana, advirtiendo, además, que los movimientos sociales que en ella se desarrollan, tantas veces proyectados como vanguardia de políticas progresistas, pueden albergar sentimientos y propuestas altamente reaccionarias. Algo que, hoy día, no puede sorprendernos.
Planeta de ciudades miseria, de 2006, otro de sus grandes libros, fue también una llamada de atención a la proliferación de un mundo urbano, esta vez periférico físico y simbólicamente (por primera vez era mayor el porcentaje de población que vivía en ciudades que en el medio rural, a nivel global), que veía alejarse la posibilidad de instituir políticas democráticas que evitaran el desarrollo desigual y la explotación, algo que Davis mostró, no como efectos colaterales inesperados, sino como la constitución misma de su ADN.
En definitiva, se ha ido Mike Davis, alguien que con su labor activista y con sus obras se mostró como un trabajador, un intelectual radical lejano a las políticas reformistas más propias de la política actual, un sociólogo inusual.
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