Director: Asier Urbieta. 2020. Drama antirrepresivo, biografía. 4 episodios. Lengua: Euskera y castellano.
Esta mini serie grabada en euskera se centra en la historia basada en el caso judicial de Altsasu. Fue emitida en EiTB (la televisión pública vasca) el año pasado en cuatro episodios de unos 50 minutos de duración cada uno de ellos.
Para situar los acontecimientos, en la madrugada del 15 de octubre de 2016, en un bar de Altsasu, un pueblo de la parte navarra de Euskal Herria, una pelea implicó a varios jóvenes de la localidad y dos agentes de la Guardia Civil -fuera de servicio- y sus parejas. El caso llegó a juicio en la Audiencia Nacional, donde el fiscal describió los hechos como un ataque terrorista y pidió penas de entre 12 a 62 años de prisión para los ocho acusados. En la sentencia, la jueza rechazó los cargos de terrorismo, pero condenó a los jóvenes con sentencias de entre 2 a 13 años de cárcel por agresión tumultuaria. Finalmente, el Tribunal Supremo terminó por reducir las penas, que terminaron por oscilar entre 1 año y 6 meses de prisión y 9 años y 6 meses de prisión.
Esta ficción social ha tenido la colaboración de los propios familiares de los encausados para reconstruir los hechos, habiéndose querido también contactar con los guardias civiles implicados y rechazando cualquier participación en la misma. Con su estreno llegó la criminalización por parte de los medios de comunicación de la caverna mediática y partidos políticos de la derecha, que tacharon la serie de falta de neutralidad por reflejar a los guardias civiles de borrachos y violentos.
La narración evidencia el entramado político y judicial del Estado español que siguió a los hechos retratados en la serie como una simple pelea de bar que se fue de madre en Altsasu y que llevó a ocho jóvenes a juicios y condenas desproporcionadas, algunos de ellos en prisión preventiva largo periodo de tiempo, y a la criminalización de todo un pueblo tachado de terrorista. Al más puro estilo de la no tan antigua Inquisición española, todos sus habitantes fueron señalados, lo que condujo a una estratégica y desbordante solidaridad articulada en la localidad, en Euskal Herria y gran parte del resto del Estado español, adquiriendo incluso dimensiones internacionales. Muestra la parte más íntima y personal narrada en ficción sobre las vidas de los protagonistas represaliados y sus familias, los distintos códigos diferenciadores entre ellas que consiguen superar para alzarse como una voz liberadora. También muestra los sueños truncados y el impacto sobre sus biografías personales.
La serie pone el foco sobre los aspectos más oscuros de todo el proceso, incluyendo irregularidades que suponían graves vulneraciones del derecho de defensa: las malas prácticas en las ruedas de reconocimiento de los jóvenes; el hecho que la causa pasara de los juzgados de Pamplona, donde debería haber sido juzgada, a un tribunal de excepción como es la Audiencia Nacional; el rechazo de pruebas de gran valor como algunos vídeos grabados durante el incidente; la presentación de declaraciones escritas falsas o la condena a un joven que no estaba en el lugar de los hechos. Eso, sin olvidar que la magistrada Concepción Espejel formó parte del tribunal sentenciador pese a haber sido recusada por las defensas por estar casada con un coronel de la Guardia Civil, cuerpo que investigó el caso, y haber sido condecorada por el propio Instituto Armado.