El Movimiento Estudiantil (ME) actual se ha mostrado incapaz de ejercer un contrapeso a la batería de recortes y leyes que atacan de forma clara los derechos fundamentales relativos a la enseñanza. Desde las reformas universitarias (Bolonia, EU2015), la subida de tasas, la reducción de becas, la entrada de la LOMCE, la reducción de puestos de trabajo y sueldos… en definitiva un proceso de precarización de la enseñanza ante el cual el ME se ha mostrado como un actor incapaz de conseguir ejercer una respuesta clara y contundente. Las razones de esta incapacidad son varias, algunas son de raíz estructural (la implantación de Bolonia y la consecuente reducción de tiempo del estudiantado para organizarse, por ejemplo) pero vamos a centrarnos en las razones de puertas para dentro del movimiento, sin buscar excusas ajenas.
Ideologeización vs praxis, partidismo vs autonomía
Que existen(imos) personas con ideologías varias dentro del ME es una realidad y las realidades se asumen, no se niegan ni ocultan. El problema es cuando se trata de imponer una ideología sobre otra o cuando se trata de imponer una ideología al conjunto del movimiento, el cual debe tener ideas fuerza, pero no una ideología, las ideologías son para las organizaciones políticas (partidos, sindicatos, federaciones…). Los movimientos amplios deben ser entendidos como espacios comunes a todas las familias que luchan por unos objetivos concretos, en nuestro caso contra la mercantilización y elitización de la enseñanza, por una educación gratuita y universal.
Por ello los espacios comunes no deben ser entendidos como espacios de disputa de las distintas corrientes, si no como espacios de puesta en común y trabajar codo con codo.
Y aquí es donde surge uno de los problemas. Las ganas de las distintas tendencias de arrimar el ascua a su sardina. Las estrategias dirigidas a convertir un movimiento en un chiringuito propio, siendo esta la estrategia más nefasta posible para todas, para el movimiento porque lo fragmenta y para la corriente porque se gana la enemistad y falta de confianza del resto.
Hay que luchar y trabajar por la autonomía de los movimientos amplios, autonomía de tendencias, partidos y organizaciones. No por una razón anti-partidos, si no por una cuestión pro-movimientos. Las organizaciones políticas y los movimientos se complementan, cada una tiene su espacio y deben ser respetados. Los movimientos sirven como espacio de confluencia, como imagen pública de unas reivindicaciones sectoriales, un espacio que construya su propio camino y no se vea limitado por agentes externos. ¿Luchamos por nuestras marcas, logos y banderas? ¿O luchamos por nuestras reivindicaciones? Tenemos que construir un pueblo organizado, tenemos que crear nuestras propias estructuras de contrapoder y nuestras organizaciones políticas deben acompañar dicho movimiento, no dirigirlo y coptarlo, pues entonces deja de ser movimiento para ser correa de transmisión, endogamia y derrota.
Participación vs especialización
Las asambleas son una herramienta de participación política cuyas características son la toma de decisiones colectivas, la igualdad entre sus miembros y el carácter abierto a quien esté interesado en participar. Esta base proporciona una potencialidad y proyección que ninguna otra forma organizativa de base da. Para crear movimiento este debe ser de masas y esto solo se logra haciendo a la mayor cantidad de gente posible partícipe de las decisiones, pues alguien que participa en la toma de una decisión, y todo el debate que conlleva, producen un empoderamiento individual y colectivo que se refleja en un movimiento vivo y proactivo. Las otras propuestas organizativas caen en el delegacionismo en las figuras de “los más entregados a la causa”, “los más militantes”, “los más…”, esto fomenta una micro-profesionalización de la política y reproduce las miserias de la sociedad de clases, es un método cuya intención de cambio se ve truncada cuando en el propio ejercicio de cambio se mantienen las premisas de la vieja sociedad capitalista. La política y nuestros derechos son algo demasiado importante como para que la tarea sea delegada en unas pocas personas. Vivimos momentos en los que se trata de trasvasar el asamblearismo hacia estructuras de profesionalización. Las asambleas no son perfectas y requieren de una participación activa de sus integrantes, pero la alternativa son estructuras y formas de hacer que ya conocemos a donde nos derivan. Además, ¿No entra entre nuestros objetivos la participación activa de las estudiantes en los asuntos que les afectan? ¿Como vamos a conseguir eso desde la profesionalización y el delegacionismo? ¿O es que acaso esos aguerridos militantes tienen miedo de que sus propuestas no le gusten al común de los mortales?
Organización vs informalidad
La tiranía de las estructuras, el gran problema sin resolver. Necesitamos estructuras que nos permitan dar respuestas rápidas a problemas urgentes, necesitamos estructuras que no nos quiten mucho tiempo de la acción cotidiana, necesitamos estructuras que tengan proyección pública, que se conozcan, que se hable de ellas, que sean tenidas en cuenta a nivel social. La informalidad (la falta de estructuras o la existencia de estructuras flexibles y no establecidas en el tiempo) es un lastre para un movimiento, lo que es una virtud para pequeños grupos de acción es una debilidad para un movimiento amplio y que abarca diferentes sensibilidades. La informalidad en espacios amplios crea jerarquías informales, quien más habla, quien mejor se expresa, quien más tiempo tiene, al final es quien/es tienen la capacidad de dirigir al movimiento. Por ello son necesarios espacios de coordinación y distintos ejes de trabajo, unos acuerdos de mínimos son siempre muy útiles, un programa a corto, medio y largo plazo quita muchas horas de discusiones estériles. Portavocías bajo mandato asambleario con capacidad para ceder ante otras opiniones, flexibilidad para crecer en común y unos objetivos claros por los que luchar. Aparcar las diferencias y luchar por lo común.
Proyección pública vs aislamiento
Nadie está de acuerdo con el trato que dan los grandes medios de comunicación de los movimientos políticos y sociales que plantan cara al régimen. Pero todos podemos estar de acuerdo en que es desde los grandes medios desde donde tenemos la posibilidad de expresar a un público amplio nuestras opiniones, una estrategia comunicativa bien pensada y trabajada siempre va a dar réditos positivos. La imagen de malas ya la tenemos y si seguimos en la lucha la mantendremos y sin necesidad de negarla, ¿Pero qué problema tenemos con aprovechar distintas oportunidades que nos van apareciendo? Tenemos que infligir miedo a quienes mandan y para ello lo primero que tenemos que hacer es perder nuestros propios miedos y echarle cara a la vida.
La (no)estrategia de no trabajar de cara a los medios (que no para los medios) nos aísla e invisibiliza para la amplía mayoría de sectores de la población, aíslados somos débiles y más fácilmente criminalizables. Además si no hablamos por nosotras mismas, ya se encargarán ellos de hablar por nosotras. Demos la cara y alcemos la voz.
El lastre del Sindicato de Estudiantes
Todas nos quejamos, y con razón, del aparente monopolio del Sindicato de Estudiantes (SE). Una organización fantasma en la mayoría de centros cuyos militantes hace años que dejaron los estudios y son auténticos profesionales de la política. Una organización que de cara a la opinión pública “son las estudiantes”, pero que todas sabemos que no tienen capacidad de movilización alguna y que las huelgas quienes las organizan son las estudiantes desde sus asambleas. El SE no es capaz por si solo de movilizar a más de 100 estudiantes en una manifestación en Madrid en sus mejores momentos, pero aun así ahí sigue ¿Por qué? Porque les dejamos, porque no les enfrentamos donde tenemos que hacerlo. Tratamos, sin éxito, de realizar un boicot físico, pero no trabajamos porque la estela del SE desaparezca. El SE tiene contactos con otros sindicatos, con AMPAS, organizaciones sociales… ¿Y nosotras? Quizás deberíamos empezar a trabajar por tejer redes de contacto con organizaciones que luchen dentro de nuestro propio sector y ganarnos sus simpatías. Para ello es obvio que se necesita de una estructura y una repartición de tareas, la organización siempre es la organización de las tareas ¿Qué hay que hacer?¿Como lo vamos a hacer?¿Quienes lo van a hacer? Aislar al SE de los movimientos políticos, ser nosotras, las asambleas de facultad, realmente el referente en el movimiento estudiantil y no solo las que nos curramos las huelgas y movilizaciones.
La propuesta
Tras este breve y escueto análisis vienen algunas propuestas. Lo primero, la asamblea de facultad/centro de estudio como espacio legítimo para la participación política y la movilización. La voluntad de todas las tendencias políticas de trabajar de cara, sin ocultismos, con respeto y en común por unos objetivos concretos. Que el trabajo de las asambleas esté orientado a la difusión de las problemáticas y a paliarlas, dejar en un segundo plano las discusiones meramente ideológicas y trabajar por la praxis, por ponerle solución a la miseria en la que vivimos. La coordinación de las asambleas, coordinaciones efectivas y ágiles, que las portavoces tengan una leve capacidad de movimiento para llegar a acuerdos satisfactorios entre todas las partes, no se pueden postergar las decisiones semanas, vivimos en momentos de auténtica emergencia social, cada día que pasa es un día perdido en la lucha social. Explorar herramientas telemáticas de coordinación, de manera que seamos capaces de trasladar propuestas de asamblea a asamblea sin necesidad de hacer una reunión para trasladar propuestas, que las reuniones sean para la toma de decisiones. Crear comisiones permanentes para las tareas técnicas, la difusión y la propaganda, que estas comisiones sean formadas por gente que se pueda comprometer a echarle tiempo a dicha tarea. Una imagen pública activa, redes sociales activas y una página web sencilla en la que se muestre quienes somos, qué queremos y cómo lo vamos a conseguir. Que todas las organizaciones políticas acompañen al movimiento, que las movilizaciones se convoquen a través del movimiento a modo de “marca paraguas” y las organizaciones apoyen, dando una imagen de fuerza y unidad de acción. La plataforma que cumple con la mayoría de estos puntos con sus respectivas carencias es Toma La Facultad, un espacio a potenciar y dotar de mayores herramientas. Cualquier otro espacio tiene los vicios de ser auténticas marcas blancas de organizaciones políticas, siendo por ello espacios no autónomos e ideologeizados y por tanto espacios no abiertos a todas las personas.
La enseñanza, sobretodo la universitaria, está cambiando a pasos agigantados, dentro de unos años (yo no le doy más de 5) la universidad será una auténtica escuela de élites, donde solo una minoría económicamente privilegiada podrá estudiar. Los problemas que tenemos delante son más mundanos que discusiones acerca de la toma del poder, la revolución o la toma de las armas, quizás también sean más aburridas, pero si no somos capaces de ponernos de acuerdo en cómo luchar contra una subida de tasas ni de evitarla ¿Cómo vamos a llevar a cabo la tarea de la transformación revolucionaria? La revolución es un proceso, no un acto heroico, estamos en tiempos de sentar los cimientos de la nueva sociedad, construir en común es nuestra tarea, sentemos las bases hoy de la sociedad de mañana.
Artículo extraído de http://www.regeneracionlibertaria.org/movimiento-estudiantil-articulacion-y-espacios-comunes