Los regímenes nazis y fascistas no terminaron con la victoria aliada en 1945, y mucho menos los fascistas que habitaban, militaban o trabajaban para alguna de las patas de los regímenes totalitarios. España tardaría tres décadas más en decir, sobre el papel, adiós al fascismo como régimen de Estado. Latinoamérica estaría hasta llegados los años 90 dominada por regímenes militares o dictatoriales. El fascismo nunca termina de morir por ser una herramienta de dominación de las élites útil en momentos de necesidad. Y mientras el fascismo como régimen puede no ser necesario, los fascistas como individuos siempre harán de fuerza de choque allá donde la policía no pueda mancharse las manos.
Militantes fascistas de todos los rangos de la Alemania de Hitler o la Italia de Mussolini consiguieron refugio en sus países amigos, desde España hasta los Estados Unidos, pasando por cada una de las dictaduras latinoamericanas. Tanto ellos como sus herederos políticos sirvieron políticamente a los Estados en los que vivían plácidamente, gozando además de protección. Fueron habituales informantes de los servicios secretos, formadores de batallones callejeros y terroristas sanguinarios. En un contexto de polarización debido a la Guerra Fría, se trató de agrupar a toda esta canallada fascista entorno al anticomunismo, formando una red internacional de individuos fascistas que organizaban todo tipo de acciones allá donde fuera necesario. Así nace la Red Gladio. Una red clandestina sobre la que existen muchas teorías de la conspiración, pero que es de una realidad bastante más mundana y sencilla: fascistas a sueldo de Estados encargados de realizar acciones que desacrediten a los movimientos revolucionarios de la izquierda, como en aquella época podían ser las Brigadas Rojas en Italia. Uno de los miembros destacados de todo este entramado fue el fascista italiano Stefano Delle Chiaie.
De Montejurra al Chile de Pinochet
Delle Chiaie se crió políticamente en el Movimiento Social Italiano, el partido fascista posMussollini, del cual se escindió para generar una organización aun más fascista llamada Avanguardia Nazionale. En 1970 ya colaboró en un intento fallido de golpe de Estado en Italia y se le relaciona directamente con el atentado de 1969 en Piazza Fontana en Milán con 17 muertos y 88 heridos que sirvió de inicio a los conocidos años de plomo en Italia. Viendo que en Italia corría cierto peligro se exilió primeramente a España, donde gozó de protección por parte de la policía y los servicios secretos, regentando una pizzería cerca de la Gran Vía que fue un punto de reunión del fascismo. Con la muerte de Franco decidió marchar a Latinoamérica, donde su amigo Pinochet le dio cobijo. Se dedicó a entrenar a grupos paramilitares anticomunistas, colaboró con el exgeneral nazi Klaus Barbie y participó del Plan Cóndor, una coordinación entre las cúpulas de las dictaduras latinoamericanas del momento bajo el auspicio de Estados Unidos y que, entre otras cosas, ejercía el terrorismo de Estado sobre los disidentes políticos.
Se dedicó a entrenar a grupos paramilitares anticomunistas, colaboró con el exgeneral nazi Klaus Barbie y participó del Plan Cóndor Share on XPero la primera vez que se tuvo constancia directa y concreta de la participación de Delle Chiaie en acciones de provocación fue en España en 1976, en los llamados sucesos de Montejurra. Por aquel entonces, con Franco muerto, parte del movimiento Carlista había girado a posiciones socialistas y de izquierdas, aliándose con el PCE en la llamada Junta Democrática. Se barajaba la opción del Carlismo como una fuerza política de relevancia y el 6 de mayo de 1976 celebraban su tradicional acto político en Montejurra reuniendo a alrededor de 10.000 simpatizantes. El Carlismo reaccionario y tradicionalista contactó con Delle Chiaie y sus compañeros que acudieron a la cita con el objetivo de desestabilizar con apoyo de las Fuerzas de Seguridad del Estado que, entre otras cosas, les reservaron las habitaciones de hotel. Los fascistas asesinaron a dos simpatizantes Carlistas y consiguieron eliminar al Carlismo como opción política en la transición. También existen indicios de su colaboración con los responsables de la matanza de los abogados de Atocha.
Uno menos
Sea como fuera, Delle Chiaie es un ejemplo de cómo los fascistas han sido tolerados, amparados y empleados por los Estados y las fuerzas de seguridad en función de su conveniencia. Delle Chiaie hoy ya está muerto, nunca fue juzgado, nunca pasó por prisión, sus manos llenas de sangre nunca fueron motivo de detención. La impunidad de la que gozan los criminales fascistas solo es posible por la magnitud del poder de quienes les protegen. El fascismo nunca fue un movimiento contra el sistema, ha sido el sistema en movimiento para acabar con quienes lo cuestionan.