Autor: José Ardillo. Ediciones La Vihuela. 2020. 292 páginas
Es mucha ya la narrativa publicada sobre el período de la guerra y la revolución de 1936.
Gran parte de esta narrativa es ya una reafirmación de esquemas y certidumbres que refuerzan el consenso sobre lo que debe ser una visión progresista y correcta del enfrentamiento civil. En ese sentido, el libro que nos ocupa, Primera y última tierra, tal vez sea un intento de abrir una fisura en ese conjunto de discutibles certidumbres. Al menos eso, un intento.
En primer lugar, la narrativa mainstream sobre la guerra española suele desdeñar la cuestión de la revolución social libertaria y los enfrentamientos ideológicos que generó en el campo republicano. Ahora bien, si había una epopeya que relatar, era allí donde se podían encontrar los verdaderos rasgos del drama de un pueblo. Era la gran disyuntiva entre un ideal mesiánico que podía teñirse rápidamente de sangre y un supuesto realismo que siempre aparece para robar a la humanidad la posibilidad de dar otro giro a la historia, para que ésta no sea siempre la historia de los amos.
Y en segundo lugar, en las raras ocasiones en que la literatura oficial y aceptable gira sus focos hacia el proceso revolucionario, lo hace ignorando la perspectiva del campo y de los pueblos, de esa búsqueda de una autonomía kropotkiniana que estaba en el centro de la utopía anarquista y que podía encarnar la colectivización.
El texto que presentamos es una ficción que atraviesa todos esos problemas sin intentar proponer respuestas. Basada en la realidad histórica pero ofreciendo una versión libre de lo que fue y de lo que pudo ser, Primera y última tierra es también un relato de aventuras que se puede leer como una parábola irónica sobre la utopía social y sus limitaciones. Si en medio de las aventuras y desventuras que se describen en el libro, el lector o lectora encuentran una voz que les habla de un drama que aún es el suyo, el de nuestro tiempo presente, su lectura no les defraudará.