“Hasta que no tomen conciencia nunca se rebelarán, y hasta que no se rebelen no podrán tomar conciencia” – George orwell
Otra vez “mais” un residuo del capitalismo invade las playas, bueno, una pequeña parte de él, ya que la mayoría quedará en el fondo del mar, que ahí parece que no molesta a nadie. Ahora no es un galipote asqueroso, grasiento y cancerígeno, ahora toca microplásticos, millones y millones de bolitas de plástico que a su nociva existencia (unas 15 sustancias tóxicas, la de mayor proporción, un tal Tinuvin 622, parcialmente soluble en agua y tóxica para organismos acuáticos), se irán adhiriendo residuos variopintos, pero eso sí, es un residuo muy moderno e indudablemente mucho más simpático y amigable que la brea, dónde va a parar. Estas bolitas son arrastradas a toda la costa norte de la península ibérica, invaden las playas y es por esta razón que nos hemos enterado, porque nadie duda que si fueran contenedores con baterías de coche, nadie se hubiera enterado y que siga la fiesta del progreso capitalista.
Políticos de todos los colores se echan la culpa unos a otros, como si a algún partido le interesara que se llene de basura las playas, y todos los medios de masas debaten hipócrita y patéticamente sobre los fallos del transporte, la posibilidad de establecer más controles y leyes que permitan un transporte de mercancías sin sorpresas y más ecofriendly. Pero por mucho que periodistas, politicuchxs y ecologistas consideren este hecho un desastre evitable, lo cierto es que no lo es, es un daño colateral de la producción y tráfico de mercancías bajo el capitalismo, al igual que los accidentes laborales, el envenenamiento de la tierra, la atmósfera, el mar, o nuestros propios cuerpos, son consecuencia inseparable del desarrollo del capital. Así como la destrucción de la flora y la fauna, o la guerra, la explotación y muerte de una parte de la población, son consecuencia de este sistema mercantil. El desastre únicamente es evitable si se termina de una vez por todas con él, pero mantenerlo a flote es el denominador común de todxs lxs políticxs del arco parlamentario.
En su ansia de engordar sus beneficios, el sistema recortará sus gastos: salarios, reducción de plantilla, menos inversión en prevención de riesgos laborales, etc… Y estos desastres seguirán ocurriendo, pues no son las consecuencias de una empresa malvada o falta de regulación socialdemócrata, ocurre, porque así son las reglas de la economía. Que antepone la ganancia a la vida. Si ahora los gobiernos nos venden sus compromisos para parar el cambio climático y promueve energías verdes, no es más que para ampliar el mercado con nuevos productos, de los que no se cuestiona el coste ecológico de su producción y mucho menos cuál es su finalidad, que no es mejorar las condiciones de vida de las personas y el medio ambiente, sino engordar los bolsillos de los de siempre. No nos preguntamos: ¿para qué necesitamos el plástico?, ¿por qué vivimos como si hubiera recursos ilimitados, sin cuestionar el modelo de producción? o ¿por qué producimos mercancías que nos esclavizan en lugar de producir únicamente para satisfacer las necesidades reales?. Como nunca se toca la cuestión de fondo, el sistema se mantendrá inalterado en su esencia.
El mar siempre ha sido el gran vertedero de este demencial sistema, un gran desconocido al que, eso sí, aportamos todos los residuos industriales y los desechos de un consumo atroz. Como no se ve, todo se permite. Las playas en el norte siempre han estado llenas de plásticos, vertidos de la ganadería y la industria, e innumerables desagües cargados de tóxicos y material fecal que aportan de vez en cuando algún parásito o bacteria intestinal a bañistas afortunadxs. Pero en verano hay un servicio de limpieza (inexistente el resto del año) para realizar un lavado de cara y que lxs turistas se lo pasen pipa y consuman contentxs.
Solo en contenedores son miles los que caen cada año al gran azul, ésta ha sido una gran noticia, por un lado por la hipocresía de los medios, pero sobre todo porque ha llegado hasta las costas, unas costas cada vez más degradadas por la explotación de sus recursos, y por un turismo masivo cada vez más destructivo. Este turismo, unido a la brutal especulación inmobiliaria, en auge debido a la estrategia de vender el norte de la península ibérica como un destino ideal para afrontar el cambio climático, hace que sea muy compleja la supervivencia de la población local.
El 13 de diciembre, a un vecino de Corrubedo que regenta un bar en la zona, le avisó un cliente que estaban llegando unos fardos a la costa, apurado fue para la playa y para su sorpresa descubrió que la bolsas blancas no contenían cocaína, sino unas bolas blancas que emanaban un repugnante hedor a gasolina, entonces llamó a la guardia civil, al ayuntamiento y a salvamento marítimo. Todos le daban largas, el hombre, mientras esperaba la ayuda, se puso a recoger para que no volvieran al mar, pues ya estaba el arenal lleno de bolitas y varios sacos sin abrir llenos de ellas. Cayó la noche y el hombre retiró 40 sacos llenos, al día siguiente 18, y por ahí nadie apareció.
Ahora, un mes después y todos los sacos rotos, nos piden a nosotrxs que limpiemos su mierda, de manera voluntaria, por supuesto. El trasvase de fondos, en el caso de la Xunta de Galicia, al parecer será para una histórica en trapicheos con el PP en la comunidad Silman 97 SL, una empresa de marketing y comunicación que ni idea tiene de desastres ambientales, pero que se llevará el dinero calentito por la supuesta formación (que se basa en dar un tríptico de información) de voluntarixs en las playas. Esa empresa hace el agosto del desastre para que nosotrxs, ciudadanxs responsables, doblemos el lomo y bolita a bolita lavemos la cara del capital con nuestra solidaridad, y así les dejaremos el terreno limpio para el siguiente vertido.
Nos adelantan que la empresa será difícil de imputar, pues es un buque con bandera de Liberia, contratado por una naviera de Bermudas, con sede social en Chipre, la mercancía de una empresa Polaca y con fabricante en India… Como siempre al capital le sale gratis o muy rentable destruir la tierra.
Cosa muy distinta ocurre cuando a algún inconsciente se le ocurre cuestionar el orden establecido o la exclusividad del uso de la violencia por parte del estado y osa poner un palo en el engranaje de este sistema de explotación y miseria. Si es apresadx por las garras del estado, será torturadx y condenadx. Miles de compañerxs sufren en las cárceles del mundo, nuestra solidaridad es con ellxs y con el resto de compañerxs que luchan por la vida y contra el capital.
Tampoco nos interesa lo que patéticxs izquierdistas nos tratan de vender: otro capitalismo más humano, con menos excesos. No queremos un mundo de mierda, lleno de plantaciones de eucaliptos y molinos de viento por doquier, donde nos exploten asertivamente, sin discriminación por género o raza. Queremos un mundo sin explotación y donde merezca vivir, un mundo con robles y lobxs, y no al margen de este sistema, sino sobre sus ruinas.
O todo o nada, es inútil dar alternativas a la demencia capitalista, es necesario una lucha contra toda la profundidad y extensión de esta compleja maquinaria, el combate irreductible contra todas las expresiones de este mundo de alienación, la destrucción sistemática de todas las ilusiones ciudadanistas y democráticas y de todas las visiones parcializadoras.
¡LUCHAMOS POR LA VIDA Y CONTRA EL CAPITAL!
Por REACTIVA
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