Autor: Dario Fo. Editorial Hiru. 144 páginas. 1997.
Un anarquista fallece tras caer por la ventana de la comisaría de Milán en la que está siendo interrogado por la policía. En plena investigación judicial de los hechos, la aparición en dicha comisaría de un “loco” que se hace pasar por diferentes personajes logrará darle la vuelta a las indagaciones y descubrir la verdad.
Con una sátira implacable llena de humor, Fo señala la naturaleza de la policía, sus métodos manipuladores y su función represora, así como el importante papel de los medios de comunicación en su búsqueda de la noticia y del “escándalo”.
Pero lo fundamental antes de leer esta obra es recordar su origen y el contexto en el que se produce. Para ello reproducimos a continuación un extracto de la introducción a la misma escrita por la traductora, Carla Matteini, que refleja el clima político vivido en aquellos años (finales de los 60 y principios de los 70) y el porqué de la creación de esta obra:
Son años difíciles y rebeldes en toda Europa, cuando en Italia se desata, con particular virulencia, una “estrategia de la tensión” de clara impronta fascista, auspiciada desde estamentos políticos y militares, que sembrando el país de bombas y atentados, busca provocar una fuerte represión y un clima de “caza al rojo”. Entre 1969 y 1974, la trágica farsa orquestada por las fuerzas de la reacción apunta directamente al desmembramiento de las luchas sindicales y estudiantiles, que quedan reducidas, dispersas, confusas entre el estupor y la indignación de la opinión pública. La crónica más negra es la del 12 de diciembre de 1969: una serie de bombas explotan esa tarde en Roma y Milán, desatando el pánico y provocando una oleada de detenciones y la criminalización de todo el movimiento de izquierdas. Entre todos, el atentado más violento y letal es el que golpea un banco de Piazza Fontana, en Milán, con el balance de 16 muertos y un sinfín de heridos. El 15 de diciembre, tres días más tarde, uno de los detenidos en la inmediata redada de “monstruos anarquistas”, el ferroviario Pinelli, es “suicidado” desde una ventana del cuarto piso de la Jefatura de Policía de Milán.
En diciembre de 1970, una semana antes del primer aniversario del “vuelo” de Pinelli, cuya instrucción había sido archivada por la magistratura tras haber sido peloteada de Milán a Roma, Fo estrena Muerte accidental de un anarquista en una antigua fábrica de Milán, cuyas naves se convierten en punto de encuentro y debate, con asambleas, proyecciones y coloquios. Gestiona el espacio “La Comune”, el colectivo teatral alternativo recién creado por Darío Fo y Franca Rame junto con un grupo de técnicos y actores, la mayoría no profesionales. En esta época de teatro directamente político, casi militante, en frontal oposición a esa “estrategia de la tensión” que opera como un golpe de estado soterrado, y mina insidiosamente el tejido democrático, Fo escribe también, en 1972, ¡Pum, pum! ¿Quién es? ¡La Policía! Retomando el discurso iniciado con Muerte accidental, traslada la farsa al centro operativo de la campaña desestabilizadora, los despachos de “asuntos reservados” del Ministerio del Interior. Entre ambas obras, en el bienio negro 1970-1972, se producen los procesos-farsa a militantes de izquierdas como Valpreda, se archiva la instrucción sobre el caso Pinelli, mueren en “accidente” cinco anarquistas testigos de cargo, así como otros testigos, un abogado fallece al “caer” desde un hospital, Andreotti llega a la jefatura del gobierno apoyado por los fascistas, siguen los falsos procesos contra militantes del “Manifesto” y “Lotta Continua”, y en marzo de 1972 aparece el cadáver de un “terrorista”, muerto al estallar en un cobertizo de Milán una carga de explosivos. El “terrorista” es el editor Feltrinelli, que había desaparecido… ¡en diciembre de 1969!
Años oscuros, años de plomo, de fascistización de la vida política, que obligan a la movilización y al desenmascaramiento del terrorismo de Estado. Y son por lo tanto los años de mayor compromiso político de Fo y “La Comune”, que padecen atentados, amenazas, prohibiciones, detenciones, pero logran el apoyo y el respaldo de las fuerzas de la izquierda, consiguiendo que, por ejemplo, “Muerte accidental…” sea visto por más de un millón de espectadores.