Las consecuencias derivadas del actual escenario creado por la pandemia son diferentes para cada una de nosotras por las diversas realidades que tenemos presentes en nuestro cotidiano, y nosotras, como personas vinculadas a la acción política, en estos momentos donde la actividad en la calle y en nuestros propios espacios se encuentra completamente limitada, creemos que es importante destinar parte de nuestro tiempo y energía en romper con la imagen homogénea proyectada del confinamiento, una idílica cuarentena basada en el teletrabajo, clases virtuales de yoga, series de Netflix y pedidos a través de Glovo. La realidad es que el encierro supone agravar ciertos escenarios ya atravesados anteriormente por la precariedad económica, la violencia, la soledad, etc., y uno de ellos, tan presente en nuestro barrio durante este último año, es el de los chavales migrantes del Centro de Primera Acogida de Hortaleza.
A modo de introducción pero con cierta brevedad, pues en este mismo periódico ha salido este tema de forma recurrente, en el barrio de Hortaleza hay dos centros llamados de Primera Acogida que suponen el inicio de cualquier menor en el sistema de “protección”, y utilizamos las comillas en esta palabra de forma intencionada. Cuando un menor de edad se encuentra solo o le ha sido retirada la custodia a sus tutores legales, la Comunidad de Madrid asume su tutela destinándole a uno de sus centros o pisos pero antes tiene que pasar por Hortaleza donde, en principio, se le debe realizar una evaluación para que el recurso posterior se adecue a sus necesidades. Este Centro lleva en el barrio toda la vida pero ha sido en los últimos meses cuando ha adquirido un protagonismo mediático y político que hasta entonces nunca habido tenido. Las declaraciones y visitas de personas relevantes de Vox, la agresión con unos remos por parte de dos adultos a dos chavales menores, la colocación de un artefacto explosivo, la concentración supuestamente vecinal contra el Centro pero llena de nazis de todo Madrid e incluso de otras provincias, etc., es decir, la actual presencia mayoritaria en el Centro de chavales sobre todo provenientes de Marruecos ha sido utilizada por las diferentes opciones políticas de la derecha, desde la liberal de Ciudadanos con las declaraciones de Aguado vinculando una supuesta inseguridad en el Distrito con el Centro a las más radicales y abiertamente fascistas y nazis, para legitimar un discurso basado más en una percepción alimentada por el sensacionalismo mediático y por unos intereses en algunos casos claramente electorales.
Realmente el problema del Centro es el desinterés de los responsables políticos que se traduce no solo en una falta de recursos económicos sino también en una omisión consciente de la Administración en aquellos trámites necesarios para una integración de las chicas en la realidad social y laboral (permisos de residencia, de trabajo, etc.). Algo posible por una conformidad general implícita: quién va a dar la cara por los MENAS cuando se ha conseguido ligar esta palabra a violencia, delincuencia y problemas, y no a chavales solos en una realidad nueva para ellos.
La llegada del coronavirus no ha hecho más que visibilizar y recrudecer los problemas ya presentes en el Centro. El principal es la sobresaturación existente. Aunque se realizó una ampliación del número de plazas, a costa de sacrificar salas utilizadas para diferentes actividades, la realidad es que prácticamente siempre hay más chavales y, en una situación como la actual, donde se nos pide que guardemos cierta distancia entre nosotras, donde si presentamos determinados síntomas debemos aislarnos, etc., ¿cómo se van a cumplir estas medidas de seguridad en un espacio sobresaturado? Además, en el último día del mes de marzo, en el momento en el que escribimos este artículo, no se está derivando a ninguna chica a otros recursos pero siguen llegando chavales.
Otro problema es que se les pretende encerrar para que cumplan la cuarentena cuando tienen limitadas las comunicaciones con el exterior a dos llamadas a la semana, no tienen acceso a Internet, las clases, actividades exteriores y visitas se han cancelado, etc., y además existen jóvenes con problemáticas propias como adicciones, episodios anteriores de violencia, etc., que requieren de un cuidado especial. Cumplir con el encierro supondría un esfuerzo titánico para cualquiera de nosotras en este contexto, aun así, la información que nos está llegando del interior es que todo está transcurriendo con total normalidad a pesar del alarmismo que se intenta generar porque alguno ha saltado la valla en estos días para, por ejemplo, conseguir tabaco.
Tener a 80 chicas en un Centro diseñado en un primer momento para unas 30, sin los recursos mínimos con los que cuenta casi cualquier vivienda en esta ciudad, con actividades que realmente son fruto de la buena voluntad de las trabajadoras, con escasez de material de seguridad (EPIs) para unas y otras, etc., es un acto de irresponsabilidad muy importante por parte de la Comunidad de Madrid. No estamos pidiendo nada extraordinario, no llegan ni al centenar de chicos, tan solo pedimos que se les acoja con la dignidad, empatía y cuidado que se merece cualquier chaval, y se les garantice la seguridad necesaria ante esta pandemia. Nada más.
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