Tras la muerte hace unos días de Adolfo Suárez, franquista reconvertido en demócrata, como tantos/as otros/as, hemos tenido que aguantar demasiadas alabanzas acerca de su figura y de su papel en la Transición, vendiéndonos ese período histórico como una época de concordia y de unidad. Intentando recuperar nuestra memoria y romper con la historia oficial, tratamos de mostrar una Transición diferente, de lucha de clases, de represión, de autoorganización de los/as trabajadores/as al margen de partidos y sindicatos…
Para ello hemos realizado un extracto de algunas intervenciones recogidas en el documental de Autonomía Obrera, dirigido en 2008 por Espai en Blanc y que puede verse, junto con otros materiales audiovisuales y escritos, en la web www.autonomiaobrera.net, que desde aquí recomendamos.
La transición postfranquista, la transición hacia la democracia, aquí en el Estado español ha sido vendida a todo el mundo como una transición modélica, como una transición de una dictadura a una democracia, así se ha querido aplicar a Chile, a Polonia y a distintos países del Este. Pero para nosotros no es así. Para nosotros esta historia de la transición no es tanto una historia de traición como a veces se dice, sino una historia de cómo es utilizada la lucha obrera para que el propio capital imponga la reforma. Es decir, la transición hay que verla como la utilización capitalista de la lucha obrera. El capitalismo que estaba en crisis, que estaba con una superestructura política débil, no podía soportar, hacia los años ’75, la presión honda por la libertad, la presión por las ganas de vivir de toda la gente y entonces llega un momento en el que el propio capital se impone a sí mismo la necesidad del cambio y la manera en la que lo va a hacer es utilizando la lucha obrera, es decir, canalizando la lucha obrera dentro de los líƒmites de la democracia. Entonces las luchas autónomas son lo que se aparta de esta lógica del pacto.
Las ideas.
En boletines de empresa aparecen definiciones clarísimas de qué es la lucha de clases, de cómo hay que hacerla, qué es una revolución, porqué los sindicatos no sirven, porqué los partidos no sirven, ni los partidos de la época de Franco ni los de después de Franco. Lógicamente nosotros éramos antifranquistas porque era el gobierno que tenía el capitalismo en aquel momento: si éramos anticapitalistas, éramos anti-sugobierno. Pero muerto Franco se acabó la rabia y empezó la otra rabia. No cambió nada, no ganamos nada.
Se partía de la Comuna, de los Soviets, de las experiencias consejistas, se llegó al mayo del ‘37, se analizó el tema del situacionismo… Ni hay que luchar por libertades democráticas, ni hay que luchar por un gobierno democrático, ni por historias; lo que hay que hacer es luchar por quitar el gobierno, ¡y se acabó! Y que la clase, es la clase trabajadora que busca la revolución y para hacerla tiene que destruir la sociedad actual y crear otra nueva donde al principio esté vigilando la nueva construcción. Después tiene que desaparecer como clase también en ella.
La práctica.
íbamos aprendiendo los unos de los otros: trabajadores de los delegados y de los delegados las circunstancias. Circunstancia: “¿Qué nos ha pasado, por qué nos han pegado?” Porque somos gilipollas, porque cómo se convoca una asamblea sabiendo que hay represión del Estado en contra de los trabajadores y no se nos ha ocurrido pensar que tenemos que tener a alguien que proteja la asamblea. Bueno, pues de ahí sacas esa conclusión, sobre la práctica: te han pegado un culetazo, te han pegado un leñazo, te han pegado con una pelota de goma y dices “Ya no nos pegarán más”.
Impedir que los esquiroles entren a trabajar ahora mismo sería una forma de violencia quizás súper fuerte porque iría contra las libertades individuales y todo eso que es una idea que tenemos muy asumida. Pero en el contexto de una lucha obrera, impedir que los esquiroles entren a trabajar es el abecé de la lucha porque tienes que hacerlo, es poder contra poder, es como una guerra.
La huelga normalmente era ilegal, ¡qué coño pedir que se legalice! Cuando salió la ley de legalización de la huelga no entendíamos qué significaba una huelga legal. Entonces nosotros convocábamos una huelga cuando nos daba la gana y la empezábamos a las cuatro de la tarde. Y se ha acabado, no lo habíamos avisado a nadie.
Todo el poder a la asamblea. Y la asamblea es la que dirige y la que manda. Y no hay ni comisión representativa, ni ningún dirigente, ni nada. (…). Tú tienes el poder. Es decir, que los trabajadores somos los que decidimos, que no estamos a expensas de nadie, ni dependemos de nadie ni tenemos que mendigar nada.
La derrota.
Nosotros éramos una organización de lucha. No, nosotros no éramos un sindicato, éramos una organización de lucha que sirve para lo que sirve: para luchar por nuestros intereses, por todas estas ideas obreras, igualitarias,sino,estaorganizaciónnotienesentido.Peroclaro,llegael momento en el que hay que legalizarse porque si no, ¿qué somos?. “Es que si no no podemos ir a una mesa de negociación porque no nos reconocen”. Y venga, va, nos legalizamos. “Hombre, no podemos estar continuamente cambiado de representantes porque la patronal quiere tener un interlocutor que esté un tiempo porque no puede estar cada día hablando con uno”, cuando lo realmente provechoso para nosotros es que cada día iba uno diciendo la misma cosa, quizás de modo diferente sin posibilidad de consensuar ni de decidir: tenía que venir a explicaros y preguntarnos ¿qué coño hago? “Y eso no puede ser”. Se perpetúan los delegados. “Hostias, no puedo seguir escribiendo en estos papeles en blanco que luego se pierden y no se sabe ni de dónde son. Habrá que poner un membrete ahí” “Hombre, tenemos que tener un anagrama, ¿no?” Joder, ¿un anagrama para qué? Si para luchar no hace falta un anagrama. “Pero es que yo tengo que enviar a veces un escrito a otras organizaciones” Pues venga,un anagrama.“Oye, ala entrada de nuestro local debería haber una pancarta” Joder… “Un congreso” “Pues bueno, si viene la prensa merece la pena poner nuestro anagrama, nuestra consigna, nuestros líderes, nuestro no se qué…”
Y todo eso nos va convirtiendo de una organización o estructura que tenía unos objetivos muy claros, que servía, que valía, y acaba quedándose paralítica para unas cosas y potenciándose para otras en la medida en que se introduce en la lógica del sistema. Y bueno, hoy ya no la reconoce ni su padre.