En el número del mes pasado de esta publicación, reseñábamos el documental de Ciutat Morta, en el que se relata lo ocurrido en Barcelona la noche del 4 de febrero de 2006, cuando tras una intervención de la policía en una fiesta en una casa okupada, se produjeron unos disturbios que acabaron con un policía gravemente herido. En la cinta se combate la versión oficial–judicial que hizo que nueve jóvenes fueran condenados y cuatro de ellos/as encarcelados/as. Una de ellas, Patricia Heras decidió suicidarse durante un permiso penitenciario, tras seis meses de prisión.
Una de las líneas del documental, basándose en las múltiples contradicciones que muestra la sentencia condenatoria (peritos que aseguran que el impacto que recibió el policía vino de la casa y no de la calle, lo que exculparía a los/as condenados/as, ocultamiento de pruebas por parte de la Alcaldía y la policía barcelonesa, torturas y malos tratos en las detenciones…), trata acerca de la conveniencia de reabrir el “Caso 4F” en base a las incoherencias señaladas y a la posible existencia de un testigo que afirma conocer a quien arrojó la piedra que dejó en coma al policía.
Frente a esta idea de hacer que la justicia se vuelva a pronunciar acerca de lo ocurrido aquella noche y de la búsqueda de un nuevo culpable que demuestre la inocencia de los/as condenados/as (recordamos que ya han cumplido sus penas y que incluso una se quitó la vida), se han alzado voces que critican esta intención, denunciando que supone una legitimación del sistema judicial. Así lo señalan integrantes del primer grupo de apoyo a los/as presos/as del 4F que se formó en Barcelona en el comunicado titulado “Cuando una imagen no vale más que mil palabras” en el que entienden que el mensaje que se transmite puede devolver la “confianza en la Justicia, que supuestamente cometió un error excepcional hace 9 años. Esto desdibuja y termina por invalidar el discurso de que la responsabilidad es del sistema, de sus instituciones y de su aparato represivo.”
Otra de las personas que ha mostrado su desacuerdo con la visión del caso mostrado por el documental, es Juan Pintos, quien fue condenado y encarcelado por estos hechos:
“Creo que el 4F, lamentablemente, no es la excepción en la normalidad policial/judicial, sino una muestra del funcionamiento habitual de las instituciones. Los montajes se repiten, con distintxs protagonistas, todo el tiempo, ya sea para criminalizar un movimiento, para justificar nuevas leyes de “seguridad” o simplemente para mantener rentable el entramado empresarial/carcelario. Y en esta realidad, buscar a lxs supuestxs responsables del 4F es pedirle al sistema, que es por definición injusto y violento, que se señale a sí mismo, algo que sinceramente no creo que suceda. O peor, es darle a las instituciones la oportunidad de “depurar” responsabilidades, de apartar “manzanas podridas” que alteran el funcionamiento correcto e imparcial de la policía, la justicia y la política. Hacer algo así es erigir, una vez más, al estado como garante y guardián de “lo justo” y “lo verdadero”, cuando en realidad es el estado mismo que funciona y se mantiene gracias a las torturas, los encarcelamientos y la violencia de sus cuerpos armados. (…)
La Operación Pandora, Alfon, Mónica y Francisco, el 4F, el 9F, Núria, el caso de Torà, migrantes en los CIEs y así podría seguirse indefinidamente, no son casos aislados; éste es el comportamiento de un sistema criminal, y pedirle explicaciones a ese mismo sistema es entrar en un juego que está perdido de antemano. (…)
Mientras el 4F o cualquier otro caso sea vivido y mostrado como una anécdota, como victimización de tal o cual persona, es imposible cuestionar la totalidad del problema, y así sólo llegarán “soluciones” parciales, falsas desde su origen y que continuarán fortaleciendo al estado en su rol de mediador, protector y guardián de la ciudadanía. (…)”
Diana J. Torres, amiga de Patri, autora del blog www.pornoterrorismo.com y participante en el documental, también lanza un texto crítico con la iniciativa de reapertura del caso. En “Hasta el coño de las voces legítimas” expresa:
“Es muy jodido sentir que alguien habla por la boca de una y dice cosas que son justo lo opuesto de lo que pensamos, al menos, las personas más cercanas al caso 4F que tengo en mi vida.
Encontrar al que tiró la maceta???? En serio???? NO, NO, NO. Eso no nos ha interesado a nadie, nunca. Por qué iba a interesarnos algo así si desde el principio ya estaba clarísimo quienes eran los verdaderos culpables del 4F??? Estos que son, por cierto, los mismos culpables de todos los demás casos que se repiten a lo largo de los años y a lo ancho de la geografía desde hace siglos. A quién coño le interesa quién tiro la maceta??? Estoy harta de las estrategias del sistema por desviar la atención del problema verdadero: el sistema está podrido, hasta la médula.
Sorprende mucho llegar a la casa y encontrarse al “abogado del caso” diciendo en la radio que “la familia” anda buscando que la persona que arrojó la maceta se autoinculpe. Sorprende porque eso, primero, no va a pasar, y segundo y aunque pasara, es lo último que podría beneficiarnos. Otra persona presa? Por tirarle un tiesto a un madero de mierda en la cabeza? Siempre he pensado (especialmente después de la muerte de Patri y creo que lo dejo muy claro en mis palabras al final de Ciutat Morta) que si me dejaran a solas con un madero desarmado, una jueza, un político, cualquiera de estas basuras humanas, en una habitación, trataría de acabar con sus miserias por todos los medios posibles. El madero que quedó como geranio me la suda. ¿¿Por qué a mi, bollera, clase obrera, debería importarme lo más mínimo la vida de un policía del Opus Dei?? Ojalá ninguno de ellos existiera ni hubiera existido jamás.
Y que se reabra el caso también me importa un carajo, los años de cárcel de Rodri, Juan y Álex, el sufrimiento de ellos y de todas las personas que los aman, y la caca por la que tuvo que pasar la Patri no se van a arreglar porque el caso se reabra, eso no se cura así. De hecho no tiene ningún sentido esa reapertura, ningunx de lxs verdaderos artífices será jamás castigado por el sistema porque ellxs SON el sistema. (…) A mí las hipotéticas victorias “legales” me hacen como mucho sonreír, así como hacker que sonríe después de haber infectado un sistema operativo privativo. Yo no quiero que se reabra el caso, quiero que se nos cierre la herida y quiero que quienes nos la causaron no tengan felicidad en sus vidas.
Me deja realmente bien bajoneada que se digan imbecilidades en nuestro nombre. No sé cómo decirlo más claro, me gustaría ser un legítimo señor invitado a la radio para decir justo lo contrario, que sólo nos interesa la venganza y la sanación de las heridas, que estas cosas pasan todos los putos días en nuestra “civilizada” europa, que la única manera de encontrar eso que llaman justicia reside en la satisfacción de las afinidades hermosas, en las alianzas con quienes saben de lo que hablas cuando dices “estamos en la mierda”.
(…) Estoy muy hasta el coño de que se cuestione lo que es evidente: no acordamos, dialogamos ni pactamos con toda esta mierda.”