El rayo que no cesa en la trinchera de la memoria
Hablamos de Miguel Hernández, y la bruma del litoral levantino engulle al poeta de interior. Le remoja los pies en un ancho charco desleal que inunda la Vega Baja del Segura de vez en cuando. El río, siempre temiendo la crecida del río. Y desde la montaña, la Cruz de la Muela salvaguardando a la diócesis de Orihuela. A veces, tengo que hacer un ejercicio de reconciliación con el joven muchacho que escribió autos sacramentales como Quien te ha visto
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