El salario mínimo y el precio de la vida
Quince euros, de 950 a 965, es lo que sube el SMI. Este incremento en un 1,6% no compensa ni de lejos una inflación que ya supera el 3,3% y supondrá una pérdida de poder adquisitivo para el millón y medio de trabajadoras que cobran el SMI, aquellas que no están cubiertas por un convenio colectivo. El encarecimiento de los productos básicos, como ciertos alimentos —cuyos precios crecieron entre el 2% y el 5%— revela que para las currelas que cobran el SMI esta medida es insuficiente y, además, llega tarde.
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