Tatuado en los nudillos
Odiar no está mal. Es una pasión vencida que no sólo puede quedar en manos de los vencedores. El odio no es neutral, y no debe serlo. Es una herramienta vital –y por tanto política- con la cual debemos avanzar hacia un amar que toma partido, que se posiciona. El odio -mirada, camino y esperanza- es un mecanismo de defensa primario que nos coloca en el mundo en relación al otro enfrentado. Y puede ser tal su potencia, que es
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