Pasaia en la memoria colectiva. Emboscada en un pequeño pueblo de Euskadi.

La fecha del 22 de marzo de 1984 no podrá ser borrada de la memoria de un pequeño pueblo guipuzcoano, se cumplen treinta y cuatro años de la emboscada en la bahía de Pasaia, muy cerca de Donosti, unos hechos que acabaron con la muerte a manos de la policía española de cuatro militantes de los Comandos Autónomos Anticapitalistas.
Aquella noche las aguas se tiñeron de sangre calcinada bajo las balas de la represión, José María Izura ‘Pelu’ y Pedro María Isart ‘Pelitxo’ murieron durante la operación policial. Rafael Delas ‘Txapas’ y Dionisio Aizpuru ‘Kurro’, fueron tiroteados pocos minutos más tarde. Los únicos supervivientes de la acción armada policial fueron Joseba Merino y Rosa Jimeno.

Crónica del suceso

Los cinco militantes anticapitalistas salieron a media tarde del puerto de Ziburu, en territorio francés, en una lancha tipo zodiac con destino a Pasaia donde habían concertado una cita con su contacto, la compañera Rosa Jimeno. La actividad de los grupos parapoliciales en esta región era bastante intensa, y pocos días antes Rosa había sido secuestrada por la policía española, en el momento de la detención llevaba apuntado en un papel el número de teléfono de su compañero Kurro, y fue obligada bajo torturas a concertar una cita con el grupo. Nada pudieron sospechar, pero en la entrada al puerto de Pasaia, su compañera hizo la señal concertada con un farol, por lo que los integrantes del comando se acercaron a las rocas de la orilla.

Nada más desembarcar decenas de policías les dieron el alto y sin mediar más palabra abrieron fuego contra ellos, lo cual les resultó completamente inesperado, una dramática sorpresa que acabaría con cuatro vidas. Rosa se salvó porque estaba atada por las piernas con una cuerda, la cual fue tensada y cayó al suelo. Joseba estaba agachado cogiendo a su perra Beltza, pero dos de los militantes murieron en el acto, este se tiró al agua tratando de salvar la vida junto a sus otros dos compañeros. Tras cesar el intenso tiroteo por parte de la policía, fueron capturados los tres y sacados del agua bajo amenazas e insultos, sin embargo, cuando se pensaban arrestados y en prisión bastantes años, los dos compañeros aún vivos de Joseba fueron fusilados por la policía allí mismo a punta de metralleta. La autopsia cuantificó un total de 113 proyectiles encontrados en los cuerpos sin vida de los cuatro militantes de los Comandos Autónomos Anticapitalistas.

Joseba Merino fue arrastrado por un sendero, conducido a su arresto en el pueblo de Pasaia San Pedro, junto con una pareja de testigos que fue detenida para evitar filtraciones de la operación policial, y Rosa Jimeno, que se encontraba en estado de shock tras haber presenciado el tiroteo a sus compañeros. Los cadáveres de los cuatro militantes son secuestrados por la propia policía, que no permite el levantamiento de los cuerpos por un juez forense, y son enterrados en Donosti de manera irregular evitando cualquier investigación. A Rosa Jimeno la incomunicaron durante once días, ocultándola la muerte de sus compañeros, pues ella pensaba que seguían vivos aunque gravemente heridos. Permaneció librada de libertad tres años más en diversas prisiones del Estado español.

Comandos Autónomos Anticapitalistas

Se conocen bajo este nombre a un conjunto de organizaciones de lucha armada activas en el territorio de Euskal Herria durante finales de la década de los 70 y principios de los 80. Su origen se sitúa en diversos grupos con prácticas asamblearias e inspirados en el movimiento autónomo obrero, junto a una escisión de los comandos Bereziak de ETA político-militar. Esta postura intermedia entre el marxismo político, que rechazaba una estructura de vanguardia, y prácticas autónomas, les acercaron a posiciones cercanas al socialismo libertario.

Los Comandos Autónomos Anticapitalistas surgen en la segunda mitad de la década de los 70, confluyendo militantes políticos procedentes de diversos orígenes (movimientos pro-amnistía, grupos ecologistas, asambleas de trabajadores…) Consideran al movimiento de liberación vasco una simple reforma progresista, demasiado cerrado en una mirada nacional, descuidando el objetivo social amplio de una transformación radical anticapitalista.

Aunque los medios de comunicación identificaron a los distintos grupos bajo un mismo aparato, lo cierto es que cada comando tenía total libertad para realizar sus acciones más allá de aquellos principios políticos comunes que les llevaba a coordinarse entre ellos. Tras varios años de acciones revolucionarias, a mediados de los 80 deciden ejecutar a Enrique Casas Vila, senador del PSOE, y uno de los responsables ideológicos de la creación de los GAL. Este hecho desatará como venganza política por parte del Estado español la emboscada en la bahía de Pasaia.

Justicia y memoria colectiva

En el año 2016, la Audiencia Provincial de Donosti, admitió que había indicios de asesinato en aquellos hechos, sin embargo finalmente archivó el caso y fue imposible la identificación de los autores. El superviviente Joseba Merino aseguró que el dispositivo policial estuvo formado por tres centenares de agentes, muchos de ellos desplazados desde Madrid, siendo esta acción armada dirigida por la Brigada de Información policial. Incluso los tres hermanos de Txapas, que habían sido detenidos meses antes por su militancia política, la policía les anticipó que su hermano resultaría muerto.

Las familias de los asesinados se enteraron por los medios de comunicación, la manipulación propagandística se ensañó con quienes denunciaron estas muertes, y los homenajes fueron multitudinarios. Fuera del territorio de Euskal Herria, se daba mayoritariamente el más absoluto de los desconocimientos sobre la veracidad de los sucesos, sin embargo, la dignidad de estos cuatro militantes sigue viva después de decenas de años. Los familiares han expresado la intención de acudir al Tribunal internacional de Estrasburgo para esclarecer los sucesos. Mientras tanto, el pueblo de Pasaia no olvida las vidas arrancadas aquella noche a cuatro jóvenes vascos.

Actualmente unas siluetas dibujadas en tinta blanca sobre las rocas donde fueron tiroteados recuerdan a las cuatro víctimas mortales. Una vez más la memoria colectiva está ligada a espacios comunes que atesoran las voces silenciadas de quienes han luchado contra la represión.

Ángel Malatesta

Extraído de Regeneración Libertaria

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