Cruda y explícita. Así es Díaz, no limpiéis esta sangre (2012), una película de Daniele Vicari que aborda el asalto policial al Instituto Díaz la última jornada de la contracumbre del G8 en la Génova del 2001.
Pocas películas de cartelera, de las que se proyectan en los cines comerciales de pantalla grande y entradas por las nubes, captan nuestro interés. Reseñamos esta película porque se aleja de los clichés manidos y aborda un tema que suele ser relegado a secundario: el papel de la policía, en este caso, en un contexto de gran movilización social.
Díaz se escribió después de que el director consiguiera entrevistarse con casi todas las personas que se encontraban en el Instituto Díaz, un colegio cedido durante las protestas contra el G8 al Foro Social de Génova para el alojamiento de los manifestantes, el día que cientos de policías accedieron al recinto. Además, el film está basado en los autos del proceso judicial, así como en la cantidad de imágenes de video amateur o trabajo periodístico rodado aquellos días. De hecho, esta cinta firmada por Daniele Vicari utiliza algunas de esas imágenes documentales para insertarlas en los puntos centrales del guión.
Sin duda, hay un trabajo detrás de Díaz. Lo que sorprende entonces es la falta de contextualización; la película se centra en el dolor humano, la humillación, la tortura… olvidando los aspectos más políticos de aquellos días de fuego en Génova.
La muerte de Carlo Giuliani, un manifestante tiroteado por la policía, y posteriormente atropellado por sus asesinos cuando aún respiraba, es sin duda un hecho que marcó el resto de la contracumbre, generando un ambiente de terror entre los activistas, que al término de la manifestación en repulsa de esta muerte, fueron saliendo de la ciudad italiana.
El miedo socializado y la parálisis que causó la muerte de Carlo Giuliani, explican la indefensión del movimiento al producirse el sangriento ataque policial al Instituto Díaz. Se trató de dos respuestas contundentes a la rabia que prendía en la calle.
La situación en Génova durante aquellos días se convirtió en un escenario prácticamente bélico; disturbios, ocupaciones, enfrentamientos, sabotajes, manifestaciones masivas… En cuanto a la respuesta del Gobierno: no es necesario ser ningún revolucionario para admitir que generó un estado de excepción; Amnistía Internacional declaró que la contracumbre del G8 durante julio de 2001 en Génova es el marco de mayor vulneración de los derechos humanos en Occidente, tras la II Guerra Mundial.
Para comprobar los efectos que esta película pueda tener entre los espectadores, aún hemos de esperar. No obstante, una advertencia: saber que la policía, en un contexto de recrudecimiento del conflicto social, siempre procurará neutralizar los procesos de lucha, no es pensar que unos acontecimientos como los del Instituto Díaz, pero a la española, puedan estar a la vuelta de la esquina.
La templanza es un arma.