«No se nace mujer, se llega a serlo». Ésta es la frase/eslogan principal del ensayo más emblemático de Simone de Beauvoir, de más de 900 páginas, editado por primera vez en 1949. Con esta obra da comienzo la posibilidad de articular el pensamiento para los postulados del movimiento feminista de la Segunda Ola, y que entiende que todo aquéllo que hacen las mujeres, lo hacen en base a una construcción social que nos dispone en esencia a ser madres, bondadosas, cuidadoras y reproductoras.
Años más tarde, la propia Simone de Beauvoir junto a otras pensadoras como Monique Wittig, Emmanuèle de Lesseps, Christine Delphy, fundaron la revista Questions féministes, de corte feminista materialista radical. En ella Monique Wittig editó varios artículos que hoy se recopilan en su libro El Pensamiento Heterosexual. Y va más allá del «No se nace mujer». Para Wittig la heterosexualidad es un régimen político que todo lo ordena, va más allá de la práctica sexual, pues la heterosexualidad no es una sexualidad cualquiera entre muchas, es el régimen político coercitivo que establece lugares e identidades. Crea un pensamiento colectivo social que lo impregna todo. Ordena y disciplina toda nuestra existencia desde que el Estado-Nación se conformara hasta nuestros días.
El pensamiento heterosexual va instaurando a lo largo del tiempo la quimera de los sexos como algo dado, algo que precede al pensamiento mismo e incluso a la humanidad. Así, la “categoría de los sexos”, es una asignación biopolítica que está revestida de significados ideológicos e históricos, a partir de los cuales se entiende que toda la sociedad debe dividirse en dos únicos sexos, con sus características particulares y funciones específicas: masculino/femenino; fuerte/débil; bueno/malo; productivo/reproductivo; público/privado; etcétera.
El Estado-Nación capitalista no es más que una ficción producto de la hegemonía de las fuerzas políticas y sociales por razón de sexo, raza y clase, base fundamental para crear los pactos sociales en las sociedades modernas.
De esta forma, podemos empezar a entender que hablar de la opresión en categorías biológicas, encubre y niega que las diferencias sociales implican siempre un orden económico, político e ideológico. Esto es: el Poder.
Al tiempo que Wittig desarrollaba la teoría del pensamiento heterosexual, que ha sido indiscutiblemente la base fundamental para desarrollo de las teorías de género, las afroamericanas de la colectiva Combahee River, sacaban a la luz su manifiesto con el mismo nombre y del que se desprendería el concepto Identidad Política. Ellas pusieron de manifiesto que las mujeres negras estaban atravesadas no solo y únicamente por la “categoría sexual” sino y al mismo tiempo, por su condición de racialización y pertenencia a la clase baja. El cruce de opresiones supuso un estudio aún más exhaustivo y que derivó en el análisis de la interseccionalidad. Quizás la socióloga Patricia Hill Collins ha sido la mayor exponente de esta teoría con su análisis de “La Matriz de Dominación”. Sin lugar a dudas, Collins arroja un fuerte rayo de luz para entender cómo se articula el Poder.
Para que la matriz de dominación funcione necesita de cuatro elementos básicos: 1-Estructural: habla de los factores que organizan las relaciones y el acceso al poder en una sociedad: La Política de Estado: El poder ejecutivo, legislativo y judicial, junto con el sistema educativo, el sistema económico, el sistema religioso. 2- Disciplinar: Gestiona la propia opresión derivada de la estructura: Instituciones burocráticas, estatales, cívicas, religiosas; y espacios de encierro: hospitales, psiquiátricos, cárceles, lugar de trabajo, colegios, casas. 3- Hegemónico: Valida socialmente la opresión: creencias, prejuicios, cultura, tradiciones, valores, religión, pensamiento, lenguaje. 4- Interpersonal: relaciones intersubjetivas que configuran la trayectoria vital de las personas.
Cualquiera que se preste a formar parte de la matriz de dominación colaborará a mantener el sistema de opresión y explotación, junto con todas aquellas personas que aun luchando contra él, formamos parte inevitable del cuarto factor, el interpersonal.
Ahora bien, el poder ha sido históricamente del hombre blanco, pero la identidad en tanto que sujeto no debe ser un parámetro por el que medir el cambio social. La política de cuotas no debe suponer un cambio de paradigma real, pues ésta está creada justamente para seguir manteniendo la matriz de dominación.
El poder es independiente a la identidad y el sistema capitalismo lo ha sabido reconocer y usar en su propio beneficio. En esta línea, por ejemplo, los colonos ingleses en lo que hoy es Nigeria, supieron dar más poder a los “jefes negros” para su propio beneficio, convirtiéndose estos en grandes represores de sus iguales. En un ejemplo más moderno, Margaret Thatcher, es mundialmente conocida por ser “La Dama de Hierro”. Asimismo, las políticas de Obama no cambiaron en absoluto la realidad de los negros de EEUU, y si hoy estamos viendo los disturbios de Minneapolis, Minnesota por el brutal asesinato de George Floyd, no debemos olvidar el caso de Michael Brown que desató una ola de protestas en Ferguson bajo la administración de Obama, y que no quedó resuelto.
Sin embargo, hay un punto en la ecuación que no falla: la clase. La clase política, la clase dirigente, la clase económica que sustenta el poder, no tiene que leerse desde las de abajo como un logro identitario o de cuotas, pues no funciona así.
Cuando el mes pasado la periodista y coach Avivah Wittenberg-Cox, publicó en la revista Forbes el artículo “¿Qué tienen en común los países con las mejores respuestas de coronavirus? Mujeres líderes” medios de izquierda y de derechas, alternativos y redes sociales, se hicieron eco.
No me interesa, ni creo sea una aportación válida, analizar qué países lo hicieron mejor o peor en esta crisis pandémica. Me interesa que pensemos cómo nos afectan al imaginario colectivo estas aseveraciones. Cómo nos afecta a las feministas, a las antirracistas, a las que luchamos contra la sociedad de clases capacitista y especista, un análisis tan confuso como superficial.
Lo primero a resaltar es la trayectoria de la propia periodista Avivah Wittenberg-Cox. Wittenberg-Cox se presenta como consultora internacional de igualdad de género. Es presidenta de de la Sociedad 20-First “líder en Europa en cuestiones de género y negocios”. Escribió Siete pasos para liderar negocios con equilibrio de género entre otros libros publicados a la par que articulista en Forbes. Es a las claras, una feminista liberal.
Su análisis parte de un posicionamiento clasista y plantea la realidad desde una perspectiva intrínseca al poder.
De los siete países propuestos para el análisis, seis tienen economías mundiales[1], Alemania, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Nueza Zelanda e Islandia. Taiwan puede no esté en el Ranking, pero sí es considerado un país primer mundista. Noruega, Islandia, Finlandia y Dinamarca están considerados por la ONU entre los países de mayor desarrollo del mundo.
Una de las medidas estandarizadas para saber el desarrollo de un país consiste en el total de: nº de hospitales; nº de camas c/1000 habitantes; nº de calorías consumidas; nº de colegios; nº de alumnado y profesorado (recordemos que estos son espacios de encierro y disciplinamiento, inventados en Europa por los prusianos para formar ejércitos); atraso económico y tecnológico (una medida en base a la carrera de las potencias); mantenimiento de vida tradicional (esto es, si la colonización consiguió aniquilar definitivamente o no, la forma de vida anterior) y deuda externa.
De los siete países, Finlandia guarda desde la 2GM un arsenal secreto de abastecimiento. Según la BBC “gracias a la Agencia Nacional de Abastecimiento de Emergencia, Finlandia lleva décadas almacenando provisiones en lugares secretos por todo el país como contingencia para hacerle frente a todo tipo de crisis: bélica, económica, climática, informática y sanitaria”.
Islandia, un país con tan solo 350.000 personas, dispuso tests gratuitos del COVID-19 a todos sus ciudadanos. El test del COVID-19 cuesta 45€ aproximadamente por persona. Poniendo de referencia a nuestro territorio, esto habría supuesto un total de 2.025 millones de euros.
Recordemos a su vez que Alemania es la quinta potencia mundial y que su canciller Angela Merkel ha destacado por el papel que desempeñó en la crisis de 2008 ejecutando una política de austeridad y disciplina.
Avivah Wittenberg-Cox en su artículo habla de amor y personaliza las acciones de las dirigentes como si no tuvieran un gabinete de asesoramiento detrás. Así, resalta la “innovadora idea” que tuvo la primera ministra de Noruega, Erna Solberg al dirigirse a los niños del peligro de la pandemia. La misma termina diciendo: “en general, la empatía y la atención de todas estas líderes femeninas parece provenir de un universo alternativo al que nos hemos acostumbrado. Es como si sus brazos salieran de las pantallas para abrazarte en un abrazo sincero y amoroso. ¿Quién sabía que los líderes podrían sonar así? Ahora lo sabemos”. Atribuye una cualidad de la Categoría Mujer, el amor, a la lideresas de enormes potencias que necesitan de la explotación del cono sur para mantener vivas sus ambiciones, resaltando la idea de que dicha cualidad es ontológica a los cuerpos sexuados mujer, encubriendo asimismo su pertenencia a la Matriz de Dominación.
No se nace mujer; el Pensamiento Heterosexual, la Identidad Política y la Matriz de Dominación, han de ser premisas para el análisis de los colectivos oprimidos que no podemos permitir sirvan al sistema para que este salga aun más reforzado. Sustente quien sustente el Poder, sea de un género u otro, de un color u otro, de una etnia u otra, capacitado o disco, es siempre nuestro principal antagonista. Porque para acabar con el sistema de explotación, es preciso acabar con la estructura del Poder, gobierne quien gobierne.
[1] Las economías mundiales se miden por el PIB, en la lista muchos de estos países ocupan puestos por debajo del 50, por lo que debemos tener en cuenta que el valor total del PIB es la suma de toda la producción interna, aunque haya empresas extranjeras que se lleven la producción fuera.