En muchos otros artículos hemos tratado el tema de la gentrificación, o aburguesamiento de barrios o ciudades. A grandes rasgos, se trata de un proceso que, basándose en la excusa de la existencia de espacios degradados, generalmente debido al abandono institucional, pretende revalorizarlos con la introducción de nuevos/as habitantes de mayores ingresos y nuevos comercios para ellos/as que provocan una subida de los precios y el consecuente desplazamiento de la población original que ya no puede seguir el ritmo de las subidas de los alquileres y la desaparición de los pequeños negocios tradicionales. En los próximos números trataremos de hablar de cómo este proceso ha sido alentado por la turistificación de nuestros barrios y ciudades.
La gentrificación turística supone un problema para la «ideología del turismo». La constatación de que el turismo genera procesos de desplazamiento de la población local y, de esa manera, destruye formas de vida, es una prueba de que el turismo no beneficia al conjunto de la sociedad. Más bien al contrario, hay sectores que salen muy perjudicados. Teniendo en cuenta las malas condiciones laborales en el sector, la poca redistribución de los beneficios que genera o la destrucción del territorio costero que ha producido, el turismo podría ser interpretado como un factor de desigualdad social. Y, por lo tanto, como una actividad que debe ser regulada y controlada para prevenir dichos problemas. La regulación debería incluir una de-turistificación de las zonas más afectadas. Un decrecimiento en el número de visitantes con el fin de devolver el espacio a aquellas personas que lo están perdiendo. Turismo y desarrollo. Boletín sobre turismo responsable nº 14.
En este número le cedemos la palabra a la Asamblea de Lavapiés, barrio madrileño del centro de Madrid que se ve afectado por este proceso y que poco a poco va convirtiéndose en uno de los barrios de moda. Para más información sobre los planes de gentrificación de esta zona, os recomendamos el monográfico sobre el Plan de Seguridad de Lavapiés que editamos junto a los/as compañeros/as de Lavapiés ingentrificable y que puedes descargar en www.todoporhacer.org/lavapies-ingentrificable. Igualmente, recomendamos el programa nº 14 de Radio Cabezas de Tormenta ¡Stop Hotel! ¡Lavapiés resiste!, que puedes escuchar aquí
¿Sabes que quieren construir un hotel en la plaza de Lavapiés?
Según Idealista, Lavapiés es el barrio de moda en Madrid. Muchas revistas de tendencias lo proclaman el nuevo Malasaña. Sus precios más bajos en los alquileres, la conjunción de lo castizo, lo multicultural y lo alternativo, atraen cada día a nuevos pobladores que en los comentarios de las revistas discuten entre sí la posibilidad de mudarse o no al barrio de moda. Mientras algunos ya lo han hecho, otros lo consideran de pobres. El debate ha comenzado. Sin embargo, Lavapiés está de moda desde hace tiempo, al menos para especuladores e inmobiliarias que llevan años negociando con el suelo y frotándose las manos ante un barrio a “revitalizar”. Las diferentes fases de “pacificación” y colonización desde diversos frentes han generado el caldo de cultivo perfecto para que el debate pueda comenzar: ¿Vivir en Malasaña o Lavapiés?
El solar de la calle Valencia, frente a la plaza de Lavapiés, es un claro ejemplo de estos procesos de gentrificación. Bajo la excusa de la rehabilitación, a finales de los noventa se declararon en ruina muchos de los inmuebles del barrio, lo que sirvió para expulsar a las vecinas que aún poseían contratos de renta antigua. Éste fue el caso del solar, antiguamente un edificio que se acabó deteriorando ante la impasibilidad de su propietario. La Comunidad de Madrid se interesó entonces por el espacio para reconstruir en él y realojar a otras vecinas, llegando a un acuerdo con su propietario. Sin embargo, tras una rocambolesca historia de disputas y pleitos, el edificio acabó siendo demolido pero no reconstruido, el solar medio abandonado y la titularidad tuvo que ser devuelta a su propietario original. A través de una iniciativa supuestamente bienintencionada, lo que se consiguió fue la expulsión de las vecinas, la extinción de las rentas antiguas y que el solar siguiera siendo de propiedad privada, pero ahora disponible para suculentos negocios. Y, en este caso, el negocio es un hotel “lowcost”, en palabras de la empresa extranjera que finalmente ha comprado el terreno. En el solar de la calle Valencia se cristalizan así las estrategias de gentrificación que amenazan nuestros barrios: la expulsión de las vecinas poco rentables y la implantación de negocios que redefinen el barrio como un lugar de ocio y consumo para que los hipsters de Malasaña puedan mudarse a Lavapiés. ¿Cuáles son los efectos de un hotel? El aumento del turismo no trae las bondades que se le atribuyen (trabajo, dinero, seguridad…). Todo lo contrario. Un hotel es una agresión por muchos motivos. Para empezar, supone un aumento de los precios que se adaptan ahora al mayor poder adquisitivo de los turistas. Esto provoca que muchas vecinas abandonen el barrio en busca de lugares más baratos, cuando no se produce directamente por la expulsión o el encierro a través de redadas racistas, desalojos o desahucios. Desaparece el comercio tradicional: la mercería daría paso a una tienda de souvenirs y el bar de la esquina a un McDonald’s. Un hotel es una forma de colonización, ya que precariza el empleo, entrega los beneficios a las empresas extranjeras que son propietarias y hace que el barrio se vuelva dependiente de ellas. Por otro lado, obliga a enfatizar una estética exótica y multicultural para atraer al turismo, haciendo de Lavapiés un simulacro como reflejo vacío y superficial de sí mismo. Mientras, irían debilitándose las formas de vida que le han dado origen, promoviendo el individualismo y facilitando la represión. Desaparecen así las relaciones de buena vecindad, solidaridad y apoyo mutuo, y se impone la vigilancia para garantizar la seguridad de los turistas. La construcción de un hotel en nuestro barrio es un problema que nos atañe a todas. Las posibilidades del solar son múltiples como ya vimos en SolarPiés, y las consecuencias de un hotel nefastas. Es la pieza perfecta para desarticular el barrio en una de sus zonas más estratégicas, la Plaza, y con un agente tan invasivo y colonizador como un hotel. Ante la impasibilidad del Ayuntamiento nos toca a nosotras actuar. Sería muy sencillo pensar que es una lucha perdida. Sin embargo, nosotras estamos convencidas de que es la batalla a librar.
Asamblea Popular de Lavapiés
Lavapiés prácticamente no tiene oferta de alojamiento y me parece bien que se construyan para dinamizar la economía del barrio.
La integración equilibrada de los distintos usos no contribuye a la gentrificación, al contrario, Lavapiés necesita hoteles para que la gente que viene de visita se pueda integrar en la ciudad y en el barrio sin necesidad de alojarse necesariamente en un hotel/pensión de la Gran Vía.
Como vecina del barrio, entiendo que importante es que la integración de usos se haga de manera moderada, sin crear guetos para turistas.
Otra cosa, porque no sé si darme por aludida con este tema: Hablamos de «los hipsters de Malasaña» o de «las hipsters de Malasaña», no me parece muy inclusivo usar el femenino en todo el artículo pero pasar al masculino para insultar a la gente que se mude de Malasaña a Lavapiés.
https://youtu.be/_gXSeHn2dq4