Reinosa es un municipio de la comarca de Campoo-Los Valles, situado en la zona interior de Cantabria. Su motor económico y social durante gran parte del siglo XX ha sido la factoría de fundición y forja creada ya en el año 1919. A lo largo de bastantes décadas condicionó el aumento de la población y la generación de muchos puestos de trabajo derivados de esta actividad económica. Sin embargo, la crisis del sector llevaron a la reconversión de la fábrica, apareciendo pronto el desempleo y el malestar social. Este contexto socio-económico culminará en 1987 con unas contundentes protestas por parte de todo un pueblo unido frente al poder empresarial y la represión de las fuerzas de seguridad, un municipio sitiado militarmente y criminalizado por los grandes medios de comunicación.
A lo largo de estas líneas trataré de reconstruir una breve crónica de aquellos sucesos que tuvieron lugar en Reinosa durante los meses de marzo y abril de 1987, pero que sin duda tuvieron un impacto mucho mayor en el tiempo, y cuya generación actual es hija directa de un conflicto obrero a nivel local, que sirve de ejemplo globalmente sobre las implicaciones de una protesta social directa contra el capitalismo:
Situaremos el comienzo de este conflicto en el 7 de marzo de 1987, cuando la prensa regional informa que la empresa Forjas y Aceros de Reinosa, conocida como ‘La Naval’, anuncia mediante un expediente de regulación de empleo el despido de 463 trabajadores de la factoría. Un duro golpe para esta población cántabra, que ya venía sufriendo una terrible pauperización de su vida por la crisis económica los años anteriores. El día siguiente a este anuncio, e iniciadas ya inmediatamente las negociaciones del expediente de regulación de empleo, se da a conocer que el presidente de Forjas y Aceros de Reinosa, Enrique Antolín, marcha de su puesto para ocupar la Consejería de Obras Públicas del Gobierno Vasco, gobernado en coalición el PNV y el PSOE. Esta noticia provoca una gran indignación en Reinosa, lo que lleva a los trabajadores de la fábrica a iniciar movilizaciones inmediatamente el 11 de marzo. Aprovechando que Enrique Antolín acude a la factoría a recoger sus enseres personales y despedirse del equipo directivo para trasladarse al día siguiente a tomar posesión de su nuevo cargo, los trabajadores en asamblea deciden retenerle en la fábrica para forzar una negociación favorable a los obreros que serían despedidos. Cientos de vecinos/as de Reinosa, estudiantes de los institutos cercanos y obreros de empresas como ‘Farga Casanova’ o ‘Cenemesa’ (constructora de maquinaria eléctrica), acuden a solidarizarse con los trabajadores encerrados en ‘La Naval’. Pocas horas después, a media tarde, llegan las primeras unidades de la Guardia Civil, y comienzan a disparar pelotas de goma contra los concentrados ante la fábrica, que han levantado barricadas en torno a la factoría. Ya de madrugada se han establecido negociaciones entre los trabajadores y el delegado del Gobierno español en Cantabria, Antonio Pallarés (PSOE), que no prosperan y logran que la tensión aumente al día siguiente.
El 12 de marzo de 1987 algunos centenares de policías antidisturbios fuertemente armados (facilitados por el entonces ministro del Interior José Barrionuevo) entran a la factoría para rescatar al empresario retenido. Al mismo tiempo, la Guardia Civil comienza una dura represión en el interior de la fábrica, lanzando botes de humo y pelotas de goma indiscriminadamente para desalojar a los resistentes; –su director general, Luis Roldán (PSOE), reconoció el lanzamiento de 5.240 pelotas y 1.394 botes–. Aunque los trabajadores se defienden como pueden, muchos obreros serán arrestados o heridos, y mientras eso ocurre el pueblo de Reinosa toma conciencia de la gravedad de la situación, incluso los estudiantes de instituto (hijos en su mayoría de obreros de las fábricas) toman las calles enfrentándose a la Guardia Civil. El pueblo se siente atacado e invadido, en un auténtico clima de guerra, cientos de vecinos/as se enfrentarán a las fuerzas represivas, consiguiendo incluso la rendición –pañuelo blanco en mano– de un grupo de guardias civiles acorralados en un callejón, y que serán retenidos y conducidos a la factoría custodiados por los obreros. Tras las negociaciones se devolvieron los documentos de identidad incautados a los trabajadores en el asalto a la fábrica, y se pactó que las unidades de la Guardia Civil abandonarían inmediatamente el pueblo, dejando tras de sí un saldo de más de un centenar de heridos que colapsó el ambulatorio municipal; mientras tanto, Enrique Antolín ya había sido liberado y se dirigía a jurar su cargo en el Gobierno vasco.
Toda la prensa a nivel nacional inicia una campaña de criminalización contra el pueblo de Reinosa en su conjunto, en sus editoriales utilizan calificativos y acusaciones próximas a los actos de terrorismo, cerrando filas en torno al gobierno y defendiendo su actuación contra los obreros. Sin embargo, en los sucesivos días de marzo las movilizaciones del pueblo cántabro en su conflicto laboral continúan, además exigen justicia por la violencia causada por las fuerzas represivas. Se organizan cortes ferroviarios y en las carreteras, mientras se dan charlas por todo el país explicando el conflicto a otros trabajadores, tratando de contrarrestar de esta manera las difamaciones de la prensa. Se prohíben las manifestaciones o concentraciones de apoyo por parte del Delegado del gobierno en Cantabria, y se convocará una huelga general en toda la comarca del Campoo-Los Valles. Esta fuerte organización de los obreros, conduce a que el pueblo sea sitiado por la Guardia Civil, e incluso ocho tanquetas militares pasearán por sus calles generando un clima de ocupación militar insostenible iniciado ya el mes de abril. Cada día se sucedían detenciones, y asaltos a casas para efectuar registros, pero será de nuevo el día 16 de abril cuando se produzcan nuevos enfrentamientos con la Guardia Civil. Durante la concentración a primera hora de la tarde, las unidades represivas cargaron violentamente contra los concentrados y se produce una persecución por todo el pueblo, utilizando vehículos todoterreno y un camión blindado, además de tener un helicóptero sobrevolando la zona, el objetivo era dar un escarmiento ejemplar. Los enfrentamientos se suceden durante horas, allanando domicilios y dejando decenas de heridos y arrestados nuevamente, y sobre todo el fatal desenlace para el trabajador Gonzalo Ruiz García, que se refugió en un garaje donde la Guardia Civil lanzó numerosos botes de humo, muriendo en el hospital semanas después por la inhalación de los humos tóxicos. Su viuda presentó una querella criminal contra la Guardia Civil, pero la investigación judicial posterior desestimó las pruebas por parte de dos patólogos que evidenciaban la relación entre el ataque de las fuerzas del Estado y la muerte del trabajador, y sin embargo, se acabó achacando su muerte a complicaciones derivadas de una enfermedad respiratoria previa. El día 6 de mayo, un día después de la muerte del trabajador, se convocó nuevamente una huelga general en la comarca, con paros de dos horas el 7 de mayo en el resto de Cantabria, coincidiendo con la fecha del entierro del obrero muerto.
En el mes de julio, y tras una gran movilización de trabajadores de la región cántabra que acudieron a Madrid para manifestarse frente al Ministerio de Industria, a pesar de las numerosas y agotadoras jornadas reivindicativas, aprovechando la etapa estival, la Dirección General de Trabajo procedió a la aprobación del expediente de 436 despidos laborales de Forjas y Aceros de Reinosa.
Este conflicto reflejaba perfectamente una época, un punto de tensión entre las reivindicaciones obreras arraigadas a un territorio y que responden unitariamente frente a la represión estructural del Estado que defiende los intereses empresariales. Las consecuencias de aquellos sucesos quedarían reflejadas en la cultura popular apareciendo por ejemplo, en una canción del grupo reinosano La Fuga, o en los cómics de Makinavaja. Pero sobre todo, quedaría grabado en la mente de muchos vecinos y vecinas del pueblo hasta la actualidad, porque ha quedado firmemente anclado como parte de la historia de la región. Una historia de resistencia popular que puso en jaque a las fuerzas represivas, un pueblo entero criminalizado, muchos obreros fueron juzgados por sus acciones de autodefensa, pero aquellos hombres y mujeres nunca fueron doblegados. Sin embargo, se impuso un olvido y un silencio oficial decretado hasta hoy en día para evitar que estos hechos sirvan de ejemplo en unos tiempos actuales, que desgraciadamente, se parecen mucho en las condiciones de las clases populares y necesidades de resistir frente a los ataques a nuestras vidas y nuestra dignidad.
Un poco de bibliografía:
https://es.wikipedia.org/wiki/Incidentes_de_Reinosa_en_la_primavera_de_1987
http://info.nodo50.org/Reinosa-aquella-primavera-de-1987.html
https://senderosdelahistoria.wordpress.com/2007/08/12/huelga-sangrienta-en-reinosa-1987/