El 20 de enero de 2017 el mundo entero presenció cómo Trump colocaba la mano que ha utilizado para asaltar sexualmente a mujeres (algo de lo que ha presumido abiertamente cuando pensaba que ninguna cámara le grababa) sobre la biblia de Lincoln y juró el cargo del presidente de Estados Unidos. La sensación de “what the fuck?” del planeta entero era similar a la que podrías experimentar si te despertaras un día desnudo/a, con una resaca tremenda y un cadáver decapitado a tu lado, en una pensión de mala muerte en Tailandia, mientras la policía aporrea la puerta. No eres capaz de entender cómo acabamos en esta situación. Igual que ahora.
La derecha se crece
Al día siguiente de la investidura, en la alemana ciudad de Coblenza, los líderes de la ultraderecha de Francia (Marine LePen, a la que se la avistó en la Torre Trump días antes), Alemania (Frauke Petry), Italia (Matteo Salvini) y Holanda (Geert Wilders) dieron la bienvenida a la oleada de cambios que comenzó con el Brexit y continuó con la victoria en EEUU de Donald Trump y anunciaron la llegada de una nueva Europa tras las elecciones que estos países (salvo Italia) celebrarán en 2017, al que ya han bautizado como “el año de los patriotas” en el que “los pueblos de Europa despertarán”, en palabras de LePen. “Ayer, una nueva América; hoy, Coblenza; y mañana, una nueva Europa”, vaticinó Wilders.
Coincidiendo con el encuentro facha de Coblenza, Trump invirtió las primeras 24 horas de su mandato para cerrar la página de la Casa Blanca en castellano (cumpliendo con su promesa de marginar a los/as latinos/as), de información al colectivo LGTBi (satisfaciendo las demandas de su homófobo vicepresidente Mike Pence, que institucionalizó la discriminación laboral de homosexuales en Indiana) y contra el cambio climático, sustituyéndola por la página America First, que promociona la industria norteamericana, sin restricciones de emisiones de gases de efecto invernadero.
Estos primeros cambios, si bien son simbólicos, nos muestran el futuro que nos espera. Un futuro que, desde EEUU, será moldeado por el Secretario de Estado (responsable de política exterior) Rex Tillerson (magnate del petróleo), el Secretario de Trabajo Andrew Puzder (empresario de la comida rápida y acérrimo enemigo de la lucha por el salario mínimo de 15 dólares), el director de la Agencia de Protección Medioambiental Scott Pruitt (negacionista del cambio climático) y el Estratega de la Casa Blanca Steve Bannon (administrador de una página supremacista, ultraderechista, machista, racista, antisemita y conspiranoica).
Y, efectivamente, una semana después las palabras de Trump se tradujeron en actos: supresión de la sanidad pública (conocida como ‘Obamacare’) y la imposición de un veto a inmigrantes musulmanes de siete países.
La revuelta colectiva
Por fortuna, estas exhibiciones de la extrema derecha fueron recibidas con contundentes protestas. Más de 5.000 personas se manifestaron en Coblenza contra los especímenes que se pavonearon allí, y en EEUU millones de personas, principalmente mujeres, se movilizaron la Women’s March que se convocó con motivo de la investidura.
Muchas mujeres tomaron el micro en las manifestaciones pero, sin duda, la que más
nos emocionó fue Angela Davis, con su discurso en el que llamó a 1.459 días de resistencia contra Trump y el avance de la derecha. No conviene explicar lo que dijo, pues no lo podemos transmitir mejor que ella. Preferimos transcribir sus palabras:
“En un momento exigente de nuestra historia, recordemos que nosotras, las centenares de miles, los millones de mujeres, personas trans, hombres y jóvenes que estamos aquí en la Marcha de las Mujeres, representamos a las poderosas fuerzas del cambio que están decididas a impedir que vuelva a resurgir la cultura agonizante del racismo y el heteropatriarcado.
Reconocemos que somos agentes colectivos de la historia y que la historia no puede borrarse como si fuera una página web. Sabemos que nos hemos reunido esta tarde sobre tierra indígena y seguimos el camino marcado por los primeros pueblos que nunca han renunciado a la lucha por la tierra, el agua, la cultura y su pueblo, a pesar de la violencia del genocidio masivo. Saludamos especialmente a los sioux de Standing Rock.
La lucha por la libertad del pueblo negro, origen de la auténtica naturaleza de este país, no puede borrarse de un plumazo. No pueden hacer que olvidemos que las vidas negras sí importan. Este es un país fundado sobre la esclavitud y el colonialismo, lo que quiere decir que de una forma u otra la historia de Estados Unidos es una historia de inmigración y esclavitud. Fomentar la xenofobia, arrojar acusaciones de asesinato y violación y construir muros no borrará la historia. Ningún ser humano es ilegal.
La lucha por salvar el planeta, por parar el cambio climático, por garantizar el acceso al agua desde las tierras de los sioux de Standing Rock hasta Flint, Michigan, y Cisjordania y Gaza. La lucha por salvar nuestra flora y fauna, por salvar el aire. Esa es la zona cero de la lucha por la justicia social.
Esto es una marcha de mujeres y esta marcha de mujeres representa la promesa del feminismo contra los perniciosos poderes de la violencia del Estado. Y es el feminismo inclusivo e interseccional el que nos reclama para que nos unamos a la resistencia contra el racismo, la islamofobia, el antisemitismo, la misoginia y la explotación capitalista.
Sí, saludamos la fight por 15 (lucha por un salario mínimo de 15 dólares la hora). Nos comprometemos con la resistencia colectiva. Resistencia contra los que se lucran con las hipotecas multimillonarias y la gentrificación. Resistencia contra los partidarios de la sanidad privada. Resistencia contra los ataques a musulmanes e inmigrantes. Resistencia contra los ataques a personas con discapacidad. Resistencia contra la violencia del Estado perpetrada por la policía y a través del complejo industrial penitenciario. Resistencia contra la violencia de género institucional y personal, especialmente contra las mujeres trans de color.
Los derechos de las mujeres son derechos humanos en todo el planeta, y por eso pedimos libertad y justicia para Palestina. Celebramos la futura liberación de Chelsea Manning. Y la de Óscar López Rivera. Pero también pedimos libertad para Leonard Peltier. Libertad para Mumia Abu-Jamal. Libertad para Assata Shakur.
En los próximos meses y años, seremos convocados para intensificar nuestras demandas de justicia social y ser más radicales en nuestra defensa de poblaciones vulnerables. Será mejor que tengan cuidado los que aún defienden la supremacía del heteropatriarcado blanco.
Los próximos 1.459 días de la Administración de Trump serán 1.459 días de resistencia. Resistencia sobre el terreno, resistencia en las aulas, resistencias en los empleos, resistencia en nuestra arte y nuestra música. Esto es sólo el principio. En palabras de la inimitable Ella Baker, ‘los que creemos en la libertad no podemos descansar hasta que la consigamos’. Gracias”.
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