“¿Me reciben? Soy Carola Rackete, capitana del Sea-Watch 3 y voy a entrar en aguas italianas, voy a atracar en Lampedusa. No estoy pidiendo permiso, es firme e innegociable. Llevo en una situación desesperada a 42 personas rescatadas de una muerte segura en el Mediterráneo«.
Estas palabras fueron retransmitidas por Carola Rackete por radio antes de atracar en el puerto comercial de la isla italiana de Lampedusa. Desoyó la prohibición de la Guardia di Finanza, que incluso trató de interponerse en su camino con sus embarcaciones, convirtiéndose instantáneamente en el símbolo de la lucha contra la política migratoria de Matteo Salvini. Fue recibida con aplausos de decenas de personas que la esperaban, pero también con insultos racistas y machistas muy representativos de la era de creciente fascismo en la que vivimos: “¡Espero que te violen cuatro negros!”, “¡Ponedle las esposas!”, “¿Te gustan las pollas negras?” y “¡Primero los italianos!”, entre otras lindezas.
Inmediatamente fue detenida por un delito de desobediencia a un buque de guerra (delitos que fueron archivados), pero se le imputa fomentar la inmigración ilegal y se enfrenta a una posible pena de 10 años de prisión.
Carola se suma así a las filas de otras activistas represaliadas por salvar vidas en el Mare Mortum, como la también capitana Pia Klemp, que se enfrenta a 20 años de prisión en la Italia de Salvini, o los bomberos españoles que fueron juzgados (y absueltos) en Lesbos (sí, en la Grecia de Tsipras) por salvar vidas en el ProActiva Open Arms. Por no hablar de todas las tripulaciones que acompañan a las capitanas, invisibilizadas por unos medios afectados por el individualismo y el personalismo tan propio de nuestra sociedad, o de Helena Maleno, investigada por un juzgado marroquí tras recibir un informe de la Policía española, hasta que su causa se archivó en marzo.
Según informan diversas ONG, 158 personas han sido investigadas por prestar ayuda humanitaria en 11 países de Europa, el mayor número de ellas en Grecia e Italia.
¿Y la España socialista de Pedro Sánchez? No nos consta, de momento, que haya perseguido por la vía penal a activistas y solidarios, pero sí sabemos que el pasado 27 de junio el capitán del buque de Proactiva Open Arms recibió una carta del Director General de la Marina Mercante, Benito Núñez Quintanilla, en la que le amenazaba con multas de hasta 901.000 euros si persistían en su idea de retomar las labores de rescate de personas que se encuentra a la deriva en el mar Mediterráneo.
Mientras tanto, las muertes no cesan. Según datos de United for Intercultural Action, hasta el 30 de septiembre de 2018 se han confirmado 35.597 muertes por ahogamiento en el Mediterráneo. Pero quienes están siendo juzgadas son quienes intentan salvar vidas, no quienes se las arrebataron.
Como dice Patricia Simón en La Marea, “los hombres de gris que nos están volviendo grises al resto pensaban que con sus leyes ilegítimas nos estaban poniendo en la encrucijada de elegir entre el bien y la libertad, cuando sabemos que ser libres es la elección de dar sentido a nuestras vidas, vivir adrede, vivir para y por algo que nos trascienda. Por eso, los hombres grises siempre terminan encontrándose Carolas a su paso”.