El genocidio en Gaza se ha cobrado más de 27.000 vidas palestinas – la mayoría mujeres y niños – y hay más de 64.400 personas heridas. A estas cifras se suman unas 8.000 desaparecidas bajo los escombros u otros lugares, a las que no pueden acceder las ambulancias. Y a este terror hay que añadir que la ONU advierte que la totalidad de la población gazatí corre el riesgo de morir de hambre, porque estamos ante la hambruna provocada más importante desde la Segunda Guerra Mundial.
Ante este desolador panorama, como cabía esperar, ya están llegando personas palestinas al Estado español y a Europa, huyendo de la destrucción y las prácticas genocidas de Israel. Sin embargo, desde el Gobierno y desde la UE, a día de hoy, no hay prevista ninguna medida de acogida especial.
Cuando se inició el conflicto en Ucrania, la UE activó un Plan de Protección temporal, recogido en la normativa comunitaria, que posibilitó su documentación y acceso a recursos y ayudas. Esto podría volverse a activar para acoger de forma, más o menos digna a las palestinas que están llegando a nuestro territorio, pero de momento, no hay intención por parte de los gobiernos europeos, que nos hacen ver que existen desplazadas forzosas de primera y de tercera. Pero, además, no hay una demanda extendida por parte de movimientos sociales y populares, que deberíamos presionar en este sentido.
Evidentemente, las palestinas cumplen todos los requisitos para que se las conceda el estatuto de refugiadas o la protección subsidiaria, pero el problema es el acceso a la solicitud, completamente vetado para todas las personas extranjeras. No hay citas para solicitar asilo; y si no se presenta la solicitud de asilo, se está irregular, sin posibilidad de acceder al sistema de acogida. En consecuencia, tenemos a personas palestinas, huyendo de la guerra, en situación de desprotección total.
Además de acudir a manifestaciones para denunciar el genocidio, solicitar la paralización de la venta de armas y promover el boicot, tenemos también que pelear por conseguir una acogida digna a las refugiadas palestinas que cruzan la frontera.