El verano de hace 150 años fue bastante prolífico en amotinamientos populares en el Estado español, y si bien en el anterior número hablamos del reconocido Cantón de Cartagena en el territorio de Murcia, queremos continuar una segunda parte mostrando un suceso más desconocido pero probablemente de las mayores insurrecciones obreras españolas en el siglo XIX: la Revolució del Petroli d’Alcoi, o Revolución del Petróleo, en una pequeña localidad alicantina.
No podríamos comprender los acontecimientos populares posteriores del siglo XX, las redes de ateneos en el Levante, las ocupaciones de fincas a terratenientes en Andalucía y la toma de la industria en Catalunya en la Revolución social de 1936, sin comprender sus antecedentes en un apasionante siglo XIX español. El tragaluz como herramienta que proponía Antonio Buero Vallejo en su obra homónima de 1967, actúa como una poderosa arma que permite arrojar luz sobre fragmentos del pasado en nuestro presente. De esta manera cabe preguntarnos sobre las luchas del pasado que nos pertenecen en la actualidad y que puedan verter esa luz sobre las resistencias de nuestros días. Sin duda alguna, esta Revolución del Petróleo en la localidad de Alcoi, sería una de ellas.
En el siglo XIX es cuando se conforma el Estado moderno español, donde se condensan una enorme cantidad de violencias desarrolladas por ejércitos, instituciones estatales y mercados de la incipiente burguesía, pero también resistencias colectivas de muy diversas índoles. Desde invisibilizados o desconocidos actos personales para adaptarse a sobrevivir a esas políticas de violencia estatales, hasta acontecimientos protagonizados por el pueblo y la comunidad social en su búsqueda de imaginar y construir alternativas reales.
Ese verano de 1873 debe enmarcarse en el proceso oficialmente conocido somo «Sexenio Democrático», pero que los términos no nos lleven a confusiones, porque la Revolución Gloriosa de 1868 distaba mucho de ser plenamente democrática, más que nada solo en términos de la clase liberal. En ese periodo se da la primera experiencia republicana española, sumida en un contexto diverso, convulso y con muchos niveles de complejidad política. Las guerras coloniales, la esclavitud, las guerras carlistas y el servicio militar obligatorio, el desarrollo del capitalismo y las violencias raciales y de género. Un telón de fondo en el que se sitúa la entrada de las ideas obreristas en el Estado español de la mano de la Primera Internacional y la influencia de la experiencia de la Comuna de París dos años atrás.
La fragua de una revuelta popular con impronta obrera y sindicalista
La Revolución del Petróleo de Alcoi en julio de 1873 fue una revuelta de raíz obrera fundamentalmente, y con una impronta libertaria y sindicalista. Coincidente con el movimiento cantonalista pero con unas características propias por los acontecimientos particulares. El nombre deriva del incendio que se produjo del edificio del Ayuntamiento y de algunas casas colindantes donde se ofreció resistencia gubernamental a los amotinados en la localidad.
Afirmamos el carácter sindicalista de esta revuelta debido a que en 1873 Alcoi tenía un alto grado de industrialización, y por lo tanto un rápido crecimiento de la Federación Regional Española de la Asociación Internacional de Trabajadores (FRE-AIT). A finales de 1872 esta localidad contaba con más de 2 mil afiliados a esta organización obrera, lo que se traduce en la cuarta parte de los trabajadores del municipio. Y es que un tercio aproximadamente de su población, incluidos hombres, mujeres y niños, trabajaban en la industria textil e industrial papelera. Las condiciones laborales eran extenuantes, una utilización completamente cruel de mano de obra de las familias que ocasionaba la muerte del 42% de los niños alcoyanos antes de cumplir los cinco años de edad.
Hacía medio año aproximadamente que había tenido lugar el Congreso de Córdoba de la FRE-AIT, se rechazaron las resoluciones del Congreso de la Haya de 1872 de la AIT y se acercaron a la Internacional fundada en Saint-Imier (Suiza), por el ala antiautoritaria bakuninista. Se había suprimido el Consejo Federal de la FRE-AIT, y se sustituyó por una Comisión de correspondencia y estadística con sede en Alcoi, y cinco secretarios comarcales nombrados por las federaciones locales Estos representantes eran en su mayoría de la costa levantina o manchegos, y uno de ellos concretamente, Vicente Fombuena, era fundidor de la localidad de Alcoi. Todos ellos estarán presentes en la Revolución del Petróleo, y participarán de la Comisión municipal revolucionaria.
El 9 de marzo de 1873 una manifestación en la que participaron cerca de 10 mil personas recorrió las calles de Alcoi, culminando en un mitin celebrado en la plaza de toros municipal, en el que se aprobó por unanimidad exigir un aumento del salario y la disminución de las horas de trabajo. Tras la proclamación de la Primera República española el 11 de febrero, una asamblea local de la FRE-AIT que se había celebrado el 2 de marzo, había discutido la acción social que debía adoptarse tras el cambio de régimen político, siendo reflejado en las actas de la Comisión federal. De manera resumida, se veía el cambio en el régimen político como un mero cambio en el nombre de las instituciones burguesas, y que estas continuaban siendo las mismas. Se hacía necesario activar la propaganda y la organización de la FRE-AIT para destruir los privilegios de la sociedad burguesa y armando a las organizaciones obreras revolucionarias, quienes aspiraban a crear sus propias milicias populares, diferenciadas de las milicias nacionales de naturaleza de clase media.
Nuestra particular comuna en Alcoi, el estallido de la huelga
Los acontecimientos toman un nuevo cariz el 8 de junio de 1873 con la proclamación de la República Federal, que sustituye al republicanismo centralista. La Comisión federal de la FRE-AIT consideró oportuno el momento para desencadenar una revolución de carácter social. A mediados del mes de junio esta comisión solicitaba expresamente a los trabajadores que «se organizasen y se preparasen para la acción revolucionaria del proletariado a fin de destruir todos los privilegios que sostienen y fomentan los poderes autoritarios».
A principios de julio, Tomás González Morago, miembro de la Comisión que estuvo presente en el Congreso de La Haya de 1872, envía una carta dirigida a la Federación belga anunciando la inminente revolución social que se desencadenaría en España. Con esto se demuestra la afinada intuición de los anarquistas españoles siempre en el análisis de los ciclos y acontecimientos políticos. El 7 de julio de 1873 se convocó una asamblea con unos seis mil obreros y obreras de la comarca en la plaza de toros de Alcoi, acordándose iniciar una huelga general desde el día siguiente para exigir el aumento de salarios en un 20% y reclamar la reducción de la jornada laboral de 12 a 8 horas diarias. Desde el día siguiente estallaba esta huelga en todo el municipio de Alcoi implicando a unos 10 mil trabajadores. El Comité Federal comunicaba este estallido social a la Federación de Valencia y a otros municipios como Buñol, a quienes escribió el propio alcoyano Vicente Fombuena, expresándoles el compromiso de hacer frente a todo lo que se presentase ante la situación que se abría.
El 9 de julio se reunieron en el edificio del ayuntamiento los fabricantes de textil alcoyanos, rechazando en rotundo las reivindicaciones obreras, y encontrando el apoyo del alcalde, Agustí Albors, republicano federal. Los obreros exigían ante este rechazo de sus propuestas la dimisión inmediata del alcalde y su sustitución por una Junta Revolucionaria que integrase al Comité Federal de la FRE-AIT. Estando reunidos en una entrevista en el ayuntamiento Severino Albarracín y Vicente Fombuena, como representantes obreros, con el alcalde Agustí Albors, la guardia municipal recibió órdenes de disparar contra la multitud concentrada en la Plaza de la República delante del consistorio local.
El resultado a priori fue de un muerto y varios heridos, y la respuesta no se hizo esperar porque los obreros tomaron armas y se hicieron con el control de las calles de Alcoi. Estas milicias populares organizadas ante tales acontecimientos detuvieron a un centenar de propietarios y señoritos de la localidad tomados como rehenes, y puestos en libertad posteriormente previo pago de un rescate monetario para sufragar la propia huelga alcoyana.
Algunas fábricas incluso fueron incendiadas como consecuencia de la represión recibida por la guardia municipal en los combates callejeros. El propio alcalde, y un total de 32 guardias se atrincheraron en el edificio del Ayuntamiento esperando los refuerzos solicitados al Gobierno que no llegaron, ya que tras veinte horas de asedio el propio edificio consistorial y los colindantes fueron incendiados con trapos impregnados de petróleo, y por ello la denominación de esta revuelta. Los asediados tuvieron que capitular, muriendo en el enfrentamiento el propio alcalde Albors, siete guardias municipales, y un guardia civil; y también tres obreros internacionalistas.
La represión gubernativa
El poder oficial de la alcaldía republicana fue sustituido por el denominado Comité de Salud Pública, encabezado por Severino Albarracín como representante revocable, miembro además de la Comisión Federal de la FRE-AIT. Esta entidad municipal comenzó a organizar durante tres días la vida social y económica del municipio en base a las reclamaciones obreras, no solamente reclamando derechos civiles liberales como habían hecho las clases medias desde la Revolución Gloriosa de 1868. El 12 de julio por la noche llegaron las tropas militares enviadas por el Gobierno, que entraron en la localidad sin encontrar resistencia.
Sin embargo, estas tropas del Ejército al día siguiente se dirigieron al Cantón de Cartagena, que había iniciado el movimiento cantonalista. Los trabajadores por lo tanto recuperaron temporalmente de nuevo la situación política en Alcoi, obligando a los fabricantes textiles a ceder a las demandas obreras. Sin embargo, el regreso de las tropas para reprimir esa situación logró que los miembros más destacados del Comité municipal revolucionario que pertenecían a la FRE-AIT huyeran para refugiarse en Madrid. La burguesía alcoyana, que había temido por sus privilegios y su vida, recuperaba el poder debido a la actuación militar. El 15 de septiembre, Francesc Tomàs, miembro de ese comité revolucionario escribía en una carta el carácter particularmente obrero, socialista y revolucionario de la revuelta de Alcoi, marcando diferencias con el movimiento cantonalista, que si bien tenía sustratos populares, contenía también trazos de contenido político liberal.
Dicho Comité federal de la FRE-AIT tuvo que desmentir diversos relatos que hablaban de atrocidades de los revolucionarios, difundidos por medios oficiales y sustentados falsamente en el miedo que había sentido la burguesía alcoyana. Tales como personas arrojadas por el balcón, curas ahorcados en faroles, hombres asesinados a tiros, cabezas de civiles cortadas y otras narraciones del imaginario burgués. Además, hubo que hacer frente a la enorme represión, ya que fueron encerrados unos 600 obreros en el Castillo de Santa Bárbara en Alicante, y procesados judicialmente 282 de ellos durante el gobierno del republicano Emilio Castelar.
En 1876 una amnistía sacaba de la cárcel a bastantes de estos procesados, hasta una segunda amnistía en 1881. Pero no sería hasta 1887 que fueron absueltos los últimos veinte procesados, seis de los cuales aún se encontraban en prisión, catorce años más tarde de los sucesos. La justicia burguesa probó los hechos que consideraba totalmente punibles, pero no pudo identificar particularmente culpables claros. Los internacionalistas españoles habían sido reprimidos, y la FRE-AIT había sido ilegalizada en 1874, perseguidos y apresados para ser desterrados a colonias como Filipinas y las islas Marianas. Sin embargo, estos hechos en el municipio de Alcoi en 1873 sientan un ejemplo más de ese tragaluz revolucionario para iluminar y sentar las bases de la organización de sucesos que deben dar un paso de la revuelta a la revolución.
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