Se dice que el ser humano es una plaga, que con su antropocentrismo se siente en su legítimo derecho para abusar de todos los recursos que le rodean hasta dejarlos secos, en definitiva, que se hace dueño y señor de la naturaleza al completo. Estamos de acuerdo, pero vamos un paso más allá para señalar, una vez más, que no abusa por verdadera necesidad, sino por rédito económico. Señores, señoras, hemos hecho un hallazgo que queremos compartir, se trata de una nueva especie animal que lleva parasitando al hombre desde tiempos inmemorables: Hirudo sapiens, (TxH, 2014), el Rico. Necesita a su hospedador para sobrevivir y se alimenta de él sin llegar a matarlo (la mayoría de las veces) aunque consumiéndolo poco a poco.
No echaremos balones fuera, pues todos/as somos cómplices de la destrucción de la tierra. Pero sí tenemos claro que es el afán de enriquecerse el que lleva inherente esos daños. Repsol pretende hacer prospecciones petrolíferas en las Canarias, no serán ni sus trabajadores/as ni los/ as consumidores/as quienes sacaremos beneficio de esto, será sólo la cúpula directiva de la empresa, sin embargo los destrozos serán, sin duda alguna, nuestro patrimonio
Y es que de energía va esta noticia. Nos gustaría adentrarnos un poco en las peleas que se traen entre el sector eléctrico y el gobierno para desenredar un poco la maraña de información que gotea día a día y conocer el truco y la trampa de su nueva y beneficiosa reforma (¿para quién?)
Empezamos con el susto que nos dieron al afirmar que en enero la factura de la luz subiría un 11%, los/as que tiramos poco de la calefacción eléctrica y permanecemos abrigaditos/as en casa nos vimos invirtiendo en más mantas. Tras el revuelo generado, con la subasta en discordia anulada y un gobierno haciendo las veces de salvador, nos comimos una subida, eso sí, menor. Y después, vino el anuncio de una nueva reforma del sector, una más, y las que quedan por llegar
De esta forma, nos encontramos con que el gobierno ha suprimido las actuales subastas trimestrales que marcaban el precio fijo de la electricidad durante ese espacio de tiempo, y ha decido sustituirlas por subastas diarias dentro del mercado eléctrico (nacido tras la liberalización del sector de 1997). Esto supondrá una variación en la factura de la luz (más específicamente en el concepto de coste de energía) de todos aquellos que acceden a la tarifa eléctrica regulada –actualmente PVPC, y hasta el año pasado TUR-, lo que en la práctica supone unos/as 16 millones de consumidores/as (ya sean particulares o pymes). A partir del 1 de abril, podremos optar entre dos formas de facturación, o la nueva facturación en la que se nos cobrará el precio de la electricidad según su coste por hora (es decir, pagaremos en cada momento la energía al precio que tenga en dicho instante) o podremos salir de esta tarifa regulada y quedarnos con alguna de las ofertas de tarifa anual (en la que se mantiene un precio estable todo el año) de nuestra empresa suministradora (esto último ya se podía realizar antes). La primera de estas formas de facturación nos puede servir de ejemplo del despropósito que supone todo este tema. Pues en estas subastas diarias participan, por un lado, los productores eléctricos, y por otro, diferentes distribuidores. Eso sí, da la “casualidad” que, en torno al 70% de la electricidad generada que llega a esta subasta, se produce en diversas plantas propiedad en última medida de tres de las grandes empresas distribuidoras de electricidad (Iberdrola, Endesa y Gas Natural Unión Fenosa)
Por tanto, quién vende y quién compra son, en gran medida, los mismos, de forma que pueden marcar los precios que crean convenientes. Lo dicho, que al final todo queda en manos de los grandes grupos empresariales, en otras palabras, de los grandes capitales
Y esta es, al fin y al cabo, la libertad que se deriva de la “libre competencia”, que viene determinada, cómo no, de tus posibilidades económicas (y por tanto productivas o especulativas). Como ya mencionamos al principio de estas líneas, las necesidades de la gente importan una mierda, y ejemplos como este nos lo dejan bastante claro.
A todo esto habría que sumar, que en los últimos meses, el gobierno ha procedido a modificar el peso relativo que tiene en la factura eléctrica la parte fija de la misma (relativa a la potencia contratada) respecto a la variable (que viene determinada por el consumo), elevando la influencia de la fija hasta alcanzar a la variable. Según el ejecutivo, con ello se favorece a las familias, dado que gastan más. Pero no todo es tan sencillo, pues se plantean distintos interrogantes… Las familias con menores ingresos, probablemente consumen mucho menos que aquellas más acomodadas: padres y tres hijos en barrio de Salamanca, que mantienen su empleo versus padres y tres hijos en Vallecas, azotados por el paro. ¿Están en igualdad de condiciones? ¿Quién tiene más papeletas de aumentar su consumo con portátiles, tablets, videoconsolas varias, etc.? Sin duda, a igual potencia contratada, quien más se beneficiará de los cambios será quién más gaste. Tendemos pues, como se está planteando desde muchos sectores, a una tarifa plana de la luz. Y esto no sólo repercute sobre quienes no puedan consumir, sino que esta política desincentiva el ahorro energético, penalizando la eficiencia en los hogares. Y con ello se perjudica a las personas que buscan bajar la factura de la luz con un consumo responsable, electrodomésticos más eficientes, leds, etc. Que si bien no son la solución, algo ayudan. Tampoco estaría de más recordar que hace unos meses se trabó la generación de energía autónomamente, mediante multas e impuestos e impidiendo que el sobrante se revenda a la red eléctrica.
Pero esto no es todo, ¿Quién consume más, una empresa (por mucho que sea una pyme) o un núcleo familiar? ¿A quién vamos a ayudar realmente?
No nos cansaremos de repetir que va siendo hora de que nos planteemos si merece la pena el daño que causamos a la tierra, la cuerda floja en la que caminamos, temiendo caer al vacío en cualquier momento: catástrofes ambientales azuzadas por el calentamiento global, subida del nivel del mar por el deshielo debido al aumento de los gases de efecto invernadero, desaparición de los insectos polinizadores que acaben con una reducción de la vida vegetal y por tanto del oxígeno que necesitamos, etc. Es hora ya de reaccionar. Nosotros/as no tenemos la solución, pero sólo entre todos/as y al margen de quienes buscan beneficiarse y enriquecerse, podemos trazar un camino; será largo, difícil y lleno de baches, pero es de supervivencia y bienestar (nuestra y del resto de organismos con los que compartimos hogar) de lo que estamos hablando.