Autores: Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero. Norma Editorial. 86 páginas. Octubre de 2019.
No hay dos sin tres, y más si los dos primeros libros tuvieron tan buena acogida. Así que no es de extrañar que Canales y Pellejero vuelvan a embarcarse (y embarcarnos) en una nueva aventura del pirata romántico por excelencia. La saga continúa sin su creador, Hugo Pratt, y esperemos que siga mucho tiempo más. Si bien esta nueva entrega de las peripecias de Corto es, en mi opinión, algo más floja que las dos anteriores, su relación directa con una de las historias previas de Hugo Pratt, lo compensa. El día de Tarowean nos relata el año justo que precede al célebre comienzo de la primera historia publicada de esta saga, La balada del mar salado, donde nos encontrábamos con Corto a la deriva, en mitad del océano Pacífico, atado a unos troncos. Todo comenzaba un Día de los Difuntos, en 1913, y ese mismo día, pero un año antes, se abre esta nueva aventura con Corto y Rasputín en la isla de Tasmania, en Australia. Con un punto de partida y uno de fin ya claros, el viaje de Corto y Ras proseguirá por los nada pacíficos Mares del Sur, desde Borneo a la Melanesia. Las potencias europeas se repartieron también este trozo del globo, y los sables que pronto ensordecerán al mundo en forma de Gran Guerra, se hacen patentes aquí, a miles de kilómetros de las metrópolis. Las peripecias de Corto nadan en este turbulento contexto histórico, y a través de él, de este colonialismo depredador, se nos presentarán debates y problemáticas actuales, como puedan ser la sobreexplotación de recursos naturales, el papel de la mujer en la gobernanza y el día a día de las sociedades o la defensa de las culturas y formas de vida indígenas.
Lo dicho, un libro muy entretenido, que nos absorbe y nos lleva a aventuras lejanas, algo nada desdeñable en estos días.