“(…) cualquiera que fuese el grado de violencia que la policía ejercíay aunque el gas quemara nuestros ojos, la garganta y la piel, volvimos una y otra vez (…) Algunas personas fueron gaseadas por los antidisturbios estando en el suelo y siendo forzadas a darse la vuelta. Ellos subestimaron nuestra motivación, porque lo que nos inspiraba era nuestra determinación de tener acceso a la plaza para evitar una tortura…”
Estas palabras, extraídas de la web de la organización francesa CRAC (Comité Radicalement Anti Corrida) son el reflejo de la tensión que se está viviendo en los últimos meses en las regiones del sur de Francia en las que la tauromaquia es legal. El 27 de octubre de 2013, la población de Rodilhan era testigo de una concentración antitaurina multitudinaria que desafiaba la prohibición de manifestarse a menos de 400 metros de las plazas. En una aldea de 2.500 habitantes, 250 policías se desplegaron contra los/as manifestantes que, a pesar de los brutales ataques, no cejaron en su empeño de entrar en la plaza como ya habían conseguido dos años antes. Tras horas de lucha, la masacre se celebró, quedando atrás los/as heridos/as, la rabia, y el silencio por los 6 becerros asesinados esa tarde. Y el alcalde de Rodilhan fue sacado a hombros por los/as aficionados/as taurinos/as en reconocimiento a su contundencia represiva.
Días después, la plaza de toros de Rion des Landes era incendiada, y el torero Juan Bautista y su cuadrilla retenidos en un bar por varios/as activistas, en otro intento frustrado de evitar un festival. Sabotajes, manifestaciones, acciones directas o simbólicas se suceden en Francia contra lo que algunos/as llaman “la honte” (la vergüenza), un movimiento que no deja de crecer desde que en 2011 Sarkozy declarara la tauromaquia Patrimonio Cultural, tal y como ha sucedido ahora en el Estado español.
En julio de 2012 comentábamos en estas páginas el creciente interés de las instituciones por relanzar económicamente la tortura taurina, así como por blindarla a nivel legal. Pocos meses después, el Congreso admitía a trámite una Iniciativa Legislativa Popularcon la propuesta de declararla Bien de Interés Cultural en todo el territorio. Lo hacía por deferencia hacia los/as cerca de 600.000 personas que la habían firmado, mientras se pasaba prácticamente por el forro el millón y medio de firmas de la ILP sobre desahucios. No pretendemos hacer demagogia con esto, sino sencillamente señalar, por si alguien aún no lo ha pillado, que no es la voluntadpopular lo que les importa, ni su idolatrada democracia, ni desde luego las vidas -humanas o no- con las que juegan.
Varios tejemanejes después, con la inestimable ayuda de la “neutralidad” socialista y del siempre sobreactuado Toni Cantó –quienpresentó el posicionamiento de UPyD a favor de la tortura-, el blindaje definitivo fue aprobado por el Senado en noviembre de 2013. La tauromaquia quedaba declarada Patrimonio HistóricoCultural, con la intención de promover su inclusión en la lista de la UNESCO. Este título es el máximo rango que puede otorgar elordenamiento jurídico a un bien inmaterial. Lo primero que nosviene a la cabeza, es que nada tiene de inmaterial algo que lleva a lamuerte a miles de animales y que mueve tanto dinero. Valga como ejemplo la noticia de que Carlos Fabra, infame ex presidente de la Diputación de Castellón, ha sido recientemente imputado por financiar entradas de corridas de toros -¡benéficas!- con dinero que debía ir destinado a servicios sociales. Y ya en el terreno de lo legal, que no por ello legítimo, es de esperar que la nueva ley implique un gran interés material para todos/as aquellos/as que se lucran de la muerte de unos/as y el sadismo o ignorancia de otros/as.
La definición de Patrimonio Cultural es tan difusa que no podemos saber muy bien qué se nos viene encima. Según la UNESCO, el Patrimonio Inmaterial de un Estado debe tener “valor social y económico tanto para los grupos sociales minoritarios como para los mayoritarios”. Sin embargo, Francia otorgó esta categoría a la tauromaquia a pesar de que es ilegal en un 90% del territorio. Mientras en la mayoría del Estado se considera maltrato animal y podría castigarse con la cárcel, en las regiones “taurinas” se subvenciona, se promociona entre la infancia, y se reprime a sus opositores/as.
Aquí parece que seguirá el mismo camino. Aunque el nombramiento no conlleva directamente una dotación económica, se ha acompañado de un plan de protección y fomento del sector. La Comisión Nacional de Asuntos Taurinos, hasta ahora un órgano meramente consultivo y que llevaba unos diez años en barbecho, pasa a ser una institución activa y con poder vinculante. Reunida esta comisión, y por “amplísima mayoría” de todas las partes completa y absolutamente interesadas -toreros, grupos políticos, empresas, aficionados/as…-, se aprueba el 19 de diciembre el Plan EstratégicoNacional, bautizado con el esotérico nombre de PENTAURO. El texto incluye medidas para favorecer la competitividad empresarial del sector, la reducción de las cargas administrativas para la organización de festejos, y la mejora en aspectos fiscales. Gran parte del esfuerzo irá destinado a las escuelas taurinas y a la promoción entre los/as más jóvenes. Parece que, para los futuros toreros, Wert no tiene ningún reparo en apoyar una formación pública y sin reválidas. El propio ministro presentó el plan junto a Carlos Núñez, presidente de la Mesa del Toro. Entre chascarrillos y palmaditas en la espalda con sus manos manchadas de sangre, abogaron por la unión de todas las instituciones en tan execrable misión -aludían claramentea Catalunya, cuya prohibición de “la fiesta” está recurrida ante el Tribunal Constitucional, ni más ni menos-. “La tauromaquia no entiende de política –decía Núñez– La cultura solo entiende de libertad”.
Obviamente, la tauromaquia sí es política, y sobra decir que esta gente que se lucra con el dolor y muerte de los/as demás, debería lavarse la boca con lejía antes de atreverse siquiera a pronunciar la palabra “libertad”. Porque esto es política, por la libertad con todas sus letras, y por todos/as los/as que mueren en las plazas sin haber conocido ni una sombra de ella, es por lo que una vez más queremoshacer un llamamiento a posicionarse contra esta injusticia. Tal vez el movimiento antitaurino aquí esté aletargado y aún le quede muchopor crecer. Pero para ello sólo se necesita de gente que lo haga crecer.
Nos lo dejan claro desde Rodilhan: “Permaneced unidos y decididos aponer fin a la barbarie de las plazas. Nos vemos pronto en la lucha…”