‘Allí estaban practicando una transfusión de sangre a un hombre que tenía pálido el rostro, le faltaba un brazo y estaba tendido en una camilla, mantenía apartada la vista del rojo y burbujeante contenido de la botella transfusora y se quejaba de una manera muy impersonal: sus quejidos eran maquinales e intermitentes y no parecía emitirlos, pues no movía los labios.’
Con estas palabras narraba el escritor Ernest Hemingway el encuentro con un compatriota suyo natural de Pennsylvania, y herido en los combates de la Batalla del Jarama en una crónica de guerra enviada en 1937 al periódico North American Newspaper Alliance. Esta batalla militar enmarcada en la Guerra Civil española entre el 6 y el 27 de febrero de 1937 fue una de la más grandes ofensivas de los sublevados para cercar la ciudad de Madrid tras su fracasado intento de tomarla directamente. Inmediatamente después de la Batalla de la carretera de La Coruña a mediados del mes de enero de 1937; y a penas sin descanso, el Ejército Popular, con una participación bastante destacada y determinante de las Brigadas Internacionales, tuvieron que entrar en batalla nuevamente a primeros de febrero, en una nueva ofensiva de los sublevados, pero esta vez por la zona Este de Madrid, en el valle del río Jarama. El diseño de la operación inicial era una acción táctica de gran envergadura, que incluía la toma de Arganda del Rey, cortando las comunicaciones hacia Valencia y subir hasta Alcalá de Henares para alcanzar la carretera de Barcelona.
La operación militar ofensiva por parte del Ejército sublevado debe encuadrarse en un conjunto de operaciones entre noviembre de 1936 y marzo de 1937, conocida como la Defensa de Madrid, y que concluiría con la Batalla de Guadalajara; desistiendo de la toma de la ciudad madrileña durante el resto de la contienda. La ciudad resistió bajo el famoso lema de ‘No Pasarán’, grito que se ha hecho internacional en la resistencia contra el fascismo de otros muchos pueblos. Además, la Batalla del Jarama es especialmente significativa a nivel mediático, ya que debido a la presencia de miles de brigadistas internacionales, fue hasta ese momento del conflicto el choque militar mejor registrado en las crónicas escritas e incluso fotografiado y grabado visualmente por los numerosos periodistas. Esta batalla contó con la presencia de Gerda Taro, la primera fotoperiodista mujer en el frente de batalla, que junto a su compañero Endre Ernő, publicarían un valiosísimo material fotográfico bajo el pseudónimo conjunto de ambos: Robert Capa.
Tras un inicio arrollador de las tropas franquistas en los cuatro primeros días de la ofensiva, en la cual avanzaron desde su frente inicial en Getafe, Pinto y Valdemoro hacia los municipios de Ciempozuelos, San Martín de la Vega y Rivas Vaciamadrid. Las unidades republicanas, dispersas en el comienzo de la ofensiva, resistieron la segunda fase de avance sublevado al otro lado del río Jarama, y se agruparon bajo el mando del general José Miaja el 15 de febrero, conformando en total cuatro agrupaciones que consiguen evitar el avance hacia Arganda del Rey. El Ejército Popular contó entre los combatientes con las Brigadas Internacionales, en concreto las brigadas XI, XII, XIV y XV, que combatieron entre el río Jarama y el municipio de Morata de Tajuña. Algunos accidentes geográficos elevados en disputa bélica como La Marañosa, Coberteras, Pajares o Pingarrón serán localizaciones que se convirtieron en auténticas carnicerías de estos brigadistas internacionales; y su sangre sembró para siempre de resistencia los campos de la vega del Jarama. Será heroica pero inútil la ofensiva del batallón británico sobre la conocida como Suicide Hill, donde perdieron a la mitad de sus efectivos durante unas larguísimas horas el 12 de febrero, expuestos al fuego directo de las ametralladoras enemigas.
A finales del mes de febrero, tras un desgaste inmenso por ambos contendientes, la resistencia antifascista se convierte en una nueva victoria estratégica, consiguiendo estabilizar el frente y realizar atrincheramientos y fortificaciones en caso de una nueva ofensiva futura. Se detuvo la maniobra envolvente, y se protegieron las comunicaciones por carretera; aunque hubo que desviar el tráfico hacia la ciudad de Valencia, porque quedó a tiro de las ametralladoras franquistas desde el espolón al otro lado del río Jarama en Rivas Vaciamadrid. Unos 30 mil combatientes lucharon en esta batalla por el Ejército Popular, frente a unos 20 mil del Ejército Sublevado; perdiendo la vida alrededor de 9 mil antifascistas, de los cuales dos mil quinientos eran brigadistas internacionales; por unos 6 mil muertos en las filas franquistas. Los hombres de la Brigada Lincoln compusieron y entonaron una canción internacionalmente conocida como Jarama Valley, después de forjarse su leyenda en la batalla, y compuesta originalmente en inglés.
Esta Batalla del Jarama forma parte de la memoria de toda la humanidad, más de 54 nacionalidades lucharon unidas para frenar la ofensiva fascista. El coste humano elevadísimo nos hace llevarnos las manos a la cabeza ante el horror de unos hechos bélicos criminales; y sin embargo de no querer repetir estos acontecimientos dramáticos; nuestro aprendizaje más práctico en la actualidad es el estrangulamiento ideológico del fascismo en todos los frentes sociales, políticos y culturales. A día de hoy seguimos jugando esta batalla, y se la debemos a quienes nos precedieron en la lucha.