“Apaga eso [la cámara] y vamos a plantearnos los términos de la entrevista”. Éstas fueron las palabras espetadas por el Secretario de Estado de Seguridad en el 2008 durante una entrevista concedida a la televisión australiana cuando le preguntaron por qué el Estado español acumulaba tantas denuncias de tortura en régimen de incomunicación.
Y es que todos los gobiernos siempre han negado la existencia de esta práctica, pese a los abundantes testimonios, denuncias, pruebas, documentación y las ocasionales condenas impuestas a funcionarios/as públicos/as por torturar a personas bajo su custodia.
Con el fin de documentar y dar a conocer los casos de tortura que se registran dentro de nuestras fronteras,
por undécimo año consecutivo, la Coordinadora para la Prevención y Denuncia de la Tortura (CPDT) elaboró hace unos meses su informe anual sobre los casos de tortura, malos tratos y muertes bajo custodia conocidos en el Estado español, relativo al año 2014 y que fue presentado en Sevilla en noviembre de 2015.
Este informe sobre la tortura en el 2014 recoge un total de 194 situaciones en las que se produjeron actos de tortura o malos tratos, afectando a 961 personas. Estas agresiones se perpetraron contra personas bajo custodia de funcionarios/as (comisarías, cuarteles, prisiones u otros centros de privación de libertad) y/o en el transcurso de intervenciones policiales (represión de manifestaciones, etc.). Como en años anteriores, no se han tenido en cuenta todas las denuncias de torturas y/o malos tratos de las que se ha tenido conocimiento durante el año 2014: algunas han sido excluidas del informe por petición expresa de las personas afectadas, otras porque la información recibida era insuficiente o no era posible contrastarla.
Este trabajo confirma que, a día de hoy, la tortura sigue viva y coleando. También recuerda que es imposible hacerse a una idea de la totalidad de casos de tortura y/o agresiones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE) o Funcionarios de Instituciones Penitenciarias (FIIPP). La inmensa mayoría no se denuncian nunca, ni ante los tribunales de justicia, ni ante ninguna otra instancia, pública o privada, especialmente por parte de colectivos como el de las personas migrantes y/o presas, u otros de especial vulnerabilidad social como las personas sin hogar, etc. El informe concluye que la tortura, aunque no es sistemática, es una práctica generalizada en todo el Estado español.
En el año 2015, además, se cumplió el 30º aniversario de uno de los casos de tortura más sonados de la historia de la democracia: el de Mikel Zabalza, un joven vasco que fue detenido, acusado de pertenecer a ETA. Fue visto por última vez en las mazmorras de la benemérita y apareció muerto en el río Bidasoa 20 días después. Su caso inició una importante campaña espoleada por numerosos sectores sociales que exigía el esclarecimiento de los hechos frente al gobierno socialista de Felipe González y José Barrionuevo, que se lavaban las manos. Aseguraban que Zabalza se había fugado del centro de detención y no sabían qué había sido de él. La campaña condenó con dureza los métodos empleados por las fuerzas de seguridad del Estado, cuyas prácticas más suaves implicaban encapuchar a los/as detenidos/as durante sus interrogatorios.
En una sesión del Congreso de los Diputados de 1985 en la que compareció el Ministro del Interior Barrionuevo para relatar el caso de Zabalza, el diputado Juan María Bandrés (de Euskadiko Ezkerra) preguntó “¿Qué me dice usted, Sr. Ministro, de que a un detenido se le pueda poner una capucha de plástico en la cabeza durante un interrogatorio? Imagínese usted que hoy hubiera venido aquí y que los portavoces le pusiéramos capuchas para que usted declarase sin que nos reconociera. ¿Qué pensaría usted? Pues mi dignidad, y la suya, no son mayores que la dignidad de un terrorista detenido por la Guardia Civil. Y sin embargo se les interroga habitualmente con una capucha. No nos engañemos: la capucha en la cabeza de una persona durante tiempo largo no sirve sólo para no reconocer a quien le interroga, sino sirve para crear incomunicación sensorial. Es gravísimo. Produce una desorientación temporal y espacial, que es absolutamente denigrante”. Es difícil imaginar una comparecencia parlamentaria así a día de hoy. Y es que en esta época, la tortura formaba parte del debate político cotidiano.
En la actualidad, siguen existiendo torturas. Sin embargo, se han invisibilizado. ¿Imagináis un debate parlamentario televisado sobre las prácticas de las fuerzas de seguridad del Estado? ¿Imagináis a alguien explicando en público que un terrorista tiene la misma dignidad que un Ministro? Es impensable. El pacto de silencio en torno a la tortura ha llevado a su legitimación. Por eso, cualquier denuncia es contestada criminalizando a los/as denunciantes (tildándoles de filo-lo-que-sea) y a las asociaciones que les dan cobertura.
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Entrevista a Ion Arretxe, por Gladys Martínez
Ion Arretxe fue una de las personas detenidas hace años en Bilbao junto a Mikel Zabalza. Coincidiendo con el 30º aniversario de este suceso, ha publicado el libro Intxaurrondo, la sombra del nogal. Tras su presentación, el periódico Diagonal publicó una entrevista que le realizó Gladys Martínez. Reproducimos algunas de las preguntas y respuestas que se recogieron. Puedes leer la entrevista completa aquí
GM ¿Se practicaba la tortura de manera sistemática e institucionalizada?
IA La tortura en Euskal Herria ha sido una práctica habitual, sobre todo en la lucha contra ETA, creo que con tres objetivos. El primero es sacar información. A mí cuando me detienen y me sacan de casa, lo primero que hacen es llevarme al monte, interrogarme en un río, creo que con una necesidad urgente de sacar información. Ahí me preguntan por el comando, por dónde están las armas… El segundo objetivo es el de humillarte, destrozarte como persona. Y luego tiene otro objetivo de escarmiento hacia la sociedad, de que más gente a tu alrededor vea lo que te puede pasar si estás metido en ciertas luchas o en ciertos grupos o si militas en la izquierda abertzale.
GM ¿Qué significaba el cuartel de Intxaurrondo para la sociedad vasca?
IA Sabíamos que si te detenían e ibas a Intxaurrondo lo ibas a pasar muy mal, habíamos leído testimonios de mucha gente que había pasado por Intxaurrondo y que había sido torturada, pero nunca pensé que iba a ser un infierno como el que fue, y que era un dispositivo totalmente pensado para la tortura. Además, el cuartel estaba dirigido en aquellos momentos por Enrique Galindo y gente muy cercana a él, que eran los creadores y el núcleo duro del GAL. Los que me detuvieron a mí eran los mismos que hacía dos años habían secuestrado, torturado, matado y enterrado en cal viva a Lasa y Zabala.
GM ¿Cuál es la responsabilidad de los jueces?
IA Ha habido una connivencia muy grande de los jueces, por ejemplo, al no aceptar las denuncias de tortura, al no hacerles el debido caso. La tortura es muy incómoda, porque la existencia de tortura cuestiona el Estado de derecho, y ellos no lo van a permitir.
GM ¿Te ha llamado alguna vez algún juez a declarar por este caso?
IA Sólo he declarado una vez delante del juez en la Audiencia Nacional [tras los diez días de incomunicación], y una vez ante el juez de San Sebastián Francisco Ríos. Y posteriormente, cada vez que se ha reabierto el caso, me han llamado, pero no desde el juzgado, sino desde los medios de comunicación. Mi primer testimonio está ahí. Escuchar a un chaval de 21 años que te está contando cómo te sacan de casa, cómo te envuelven en sacos de plástico, cómo te precintan, cómo te introducen en un río… debería ser lo suficientemente fuerte para que un juez lo tome en consideración.
GM En el libro dices algo más, dices que la tortura es la «piedra angular sobre la que se fundamenta el edificio del Estado«. ¿Por qué?
IA Pienso que nuestra detención, que luego se ha llamado Caso Zabalza, realmente es el «ejemplo Zabalza», porque es el ejemplo de lo que pasaba en las comisarías y en Intxaurrondo, y de repente se convierte en un caso porque muere Mikel Zabalza. Todo eso estaba avalado por la Ley Antiterrorista, que se hace con el fin único de permitir la tortura, de legalizarla. ¿Y cómo la legalizas? Pues teniendo a los detenidos durante diez días sin presencia de abogado ni de médico forense ni de ninguna persona que te pueda asistir. Sólo en presencia de los policías que te van a interrogar. Esta ley es una pieza importante del Estado para luchar contra cualquier tipo de disidencia, en este caso la disidencia vasca. El Estado de derecho tiene esa trampa para permitir la tortura. Ellos buscan los resquicios para poder tener siempre sus leyes antiterroristas, y así legalizar la tortura y los abusos policiales.
GM ¿Cuáles son los efectos de la tortura?
IA Me hace una gracia tremenda cuando dicen torturas psíquicas y torturas físicas. No son torturas psíquicas… es la destrucción de la persona. Esos diez días que estás en manos de locos es la destrucción de la mente, de la creencia en la humanidad, de tu yo, de la inocencia, de todo… Mira a Idoia Aierbe, la compañera de Mikel Zabalza, no ha levantado cabeza desde que salió de Intxaurrondo. Miras las fotos de la primera rueda de prensa que dimos y ves la cara de tristeza que tiene; esa chica no ha vuelto a tener brillo en los ojos, y ahora está en una silla de ruedas con 53 años y no se acuerda de nada. ¿Y cómo no va a ser por lo de Mikel Zabalza y por su paso por Intxaurrondo?
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