La noche del 15 de julio, a las diez y cuarto de la noche, algunas/os de nosotras/os nos encontrábamos tomando unas cervezas por Lavapiés cuando empezamos a leer en las pantallas de nuestros móviles, en directo, que se estaba produciendo un golpe de Estado en Turquía. No entendíamos nada. ¿Quién lo organizaba? ¿Cuáles eran sus intenciones? ¿Eran kemalistas?
Al día siguiente, el presidente Recep Tayyip Erdogan se presentó victorioso, asegurando que había vencido a los golpistas con la ayuda del pueblo y no tardó en señalar a Fethullah Gülen, un teólogo y millonario exiliado en EEUU desde hace casi 20 años, como el conspirador principal del fallido golpe.
La noche del golpe
Ya han transcurrido tres meses desde esa intensa noche, por lo que ya estamos más enteradas/os de lo sucedido, pues la prensa convencional ha sido prolífica en datos sobre ello, por lo que no nos extenderemos mucho.
Sin embargo, sí que nos parece interesante recoger las palabras de la compañera turca que en el mes de agosto impartió una interesantísima charla en el Local Anarquista Magdalena. Es una visión más cercana, no tan dirigida hacia los grandes hechos que “pasarán a la historia”, y que nos muestra los más que extraños (para ser un golpe de Estado) acontecimientos de la noche. Lo primero que recalca es lo inusitado de la hora, las 10 de la noche de un día de verano en un país mediterráneo, lo cual representa un momento de gran bullicio en las calles. Tras ello, nos sitúa algunos datos más que sorprendentes de la acción militar en Ankara, capital del país: a pesar de que desde poco más allá de las diez de la noche varios aviones comenzaron a sobrevolar la capital constantemente, el despliegue en la zona no fue muy elevado, tan sólo veinte jóvenes soldados bloqueaban el puente principal de Ankara y nada más que cinco tomaron (no con cierto retraso) las oficinas de la televisión nacional. Igualmente, se produjo un bombardeo del parlamento, sin víctimas, y ninguno de los ministros fue localizado y detenido.
Un par de horas más tarde, Erdogan lanza un mensaje que se repite en varios canales televisivos en el que llama a la defensa contra el golpe de sus partidarios. Y es a partir de este momento que milicias perfectamente armadas, compuestas por islamistas, fascistas, militares y policías, toman las calles en formaciones militares. Ni una sola mujer participó en estos grupos. Estas milicias masacraron a la mayoría de los soldados que habían tomado el puente y exhibieron sus cabezas decapitadas y atacaron barrios de minorías religiosas (como chiíes) y étnicas (como kurdos). Los soldados supervivientes, la mayoría chavales jóvenes que cumplían el servicio militar obligatorio, aseguraron que les habían ordenado tomar el puente porque había un aviso de bomba.
A las pocas horas, los militares que habían sido desplegados por la ciudad de Ankara fueron aplastados por las presuntas fuerzas de la democracia.
Amanece en Ankara
¿Fue un autogolpe? Numerosas voces, entre ellas las de Güllen, partidos kurdos y periodistas aseguran que sí. Para respaldar su tesis esgrimen el argumento de que evidentemente estaba mal planeado. Los golpistas no sitiaron localizaciones de la autoridad civil, no atacaron el hotel en el que veraneaba Erdogan, y fue, en definitiva, una operación kamikaze destinada a fracasa.
Otro indicio es el hecho de que en la mañana del 16 de julio, a las pocas horas, Erdogan decretó el Estado de emergencia y ya contaba una lista de provocadores/as del golpe que ordenó detener. En los siguientes días, más de 3.000 jueces, 10.000 soldados, 500 estudiantes menores de edad, 20.000 funcionarios/as y 42.000 profesores/as fueron detenidos/as, aumentando el tiempo máximo de custodia a 30 días. Existen numerosas denuncias de tortura, violaciones, muertes y desapariciones en los improvisados campos de detenidos/as levantados por el gobierno turco. Asimismo, 1.200 académicos y 1.577 decanos/as de universidades fueron despedidos/as, 16 canales de televisión, 23 radios, 15 radios, 35 organizaciones de salud, 1.043 centros de enseñanza privada, 109 residencias estudiantiles, 1.229 ONG y 19 sindicatos fueron clausurados.
Tras el golpe sólo queda mirar el resultado…
Dentro de este caos de posibles inspiradores/as y razones que esconde el fallido golpe de Estado, lo único que ha quedado claro es que el gran beneficiado (al menos a corto plazo) de la situación es el presidente Erdogan y sus aspiraciones de poder absoluto. Lo que no había logrado a través de las dos últimas elecciones legislativas, es decir, la mayoría suficiente para modificar la Constitución turca y promover el paso a una forma de gobierno presidencialista (con él a la cabeza), lo ha conseguido durante tres meses con el estado de emergencia a nivel nacional. De esta manera, el ejecutivo adquiere enormes capacidades en materia legislativa o de posibilidad de suspender derechos y libertades, mientras que la policía, al servicio de su partido, el AKP, se va centrando más si cabe en la cúspide del poder coercitivo.
Dentro de esta purga generalizada iniciada por el ejecutivo turco, las acciones en las calles se desarrollaron de forma paralela, sin tener como objetivo primordial a los tan odiados gülenistas, sino más bien a minorías étnicas, religiosas y militantes de izquierda. Así, a partir del sábado por la noche, de las manifestaciones y concentraciones convocadas por todo el territorio turco dentro de la denominada “Semana de la Democracia” (así lo clamó Erdogan), grupos armados comenzaron a atacar barrios de mayoría kurda, aleví o izquierdista, así como simples zonas de copas y cafés. Gazi o Okmeydanı en Estambul, Tuzluçayır en Ankara o Armutlu en Antakya fueron algunos de los vecindarios que recibieron la ira divina. La policía apoyó estos ataques, más si cabe en aquellos barrios que ofrecieron más dura resistencia, como el caso de Gazi en Estambul, donde estos grupos fueron rechazados por militantes izquierdistas armados.
Yendo más allá, otro foco de atención habrá que ponerlo en la deriva que tome el conflicto en el Kurdistán turco, pues no hay que olvidar que una gran cantidad de los altos y medios cargos militares ahora suspendidos o investigados por el gobierno (muchos de los cuales ya habían sido desplazados de sus puestos en el 2007 de la mano de un importante ataque gülenista, y sólo habían sido restituidos ante las necesidades militares del gobierno en la guerra contra los kurdos turcos), así como parte de las unidades de las fuerzas áreas que participaron en el fallido golpe de Estado, estaban destinados hasta ahora en esta guerra abierta en suelo turco. De modo que este frente podría resentirse (pues la policía turca no es capaz de afrontar el conflicto en solitario), o al menos la estrategia variar, pasando a jugar un papel más importante la acción de distintos grupos yihadistas aliados del gobierno turco.
La presencia, primero en la sofocación del golpe de Estado, y más tarde en las algaradas posteriores a las manifestaciones de apoyo a Erdogan de numerosos grupos armados es un tema interesante a tratar. Nos encontramos pues ante grupos de extrema derecha o cofradías religiosas, que de aquí en adelante pueden ir adquiriendo la forma paramilitar de cara a los futuros golpes militares que tema Erdogan, o incluso, a una posible guerra civil.
La economía manda
Otro ámbito en el que ya se están notando las consecuencias del golpe de Estado es en la relación con el medio ambiente. En este sentido, al igual que en otros tantos terrenos, la nueva situación en materia de gobernabilidad del Estado ha supuesto un duro golpe en la mesa. En los últimos años y meses, varios grandes proyectos de reconversión energética e industrial (entre los que nos encontramos con la apertura de nuevas minas o la modificación del curso de algunos ríos para crear grandes centrales hidroeléctricas) se encontraban detenidos en virtud de los informes negativos de impacto ambiental, algo a lo que obliga la legislación turca. Sin embargo, ante esta nueva coyuntura, el Ejecutivo, con poderes plenipotenciarios otorgados por el Estado de emergencia que declaró, está gobernando a base de decretos, y no ha periodo el tiempo en aprobar muchos de estos proyectos saltándose los obstáculos que hasta ahora le atenazaban.
Igualmente, dentro del proceso de purga y control dentro del estamento militar, son numerosos los terrenos y propiedades del ejército (como Mamat, Etimesgut, Hasdal, Maltepe, etc.) que el Ejecutivo ha pasado a requisar. Entre ellas se encuentra grandes zonas forestales, algunas situadas en enclaves de gran expansión urbanística que hasta ahora habían quedado al margen de la vorágine constructora. En muchos casos, esto ya está cambiando, y su paso a suelo urbanizables es sólo cuestión de tiempo.
Objeción de conciencia
Como ya hemos comentado anteriormente, una de las fuentes utilizadas para este artículo es una charla que se realizó el pasado 10 de agosto en el Local Anarquista Magdalena por parte de una compañera turca. Fue una ponencia muy interesante, en la que se presentó un cuadro bastante duro de la situación de guerra abierta que actualmente vive Turquía. Si no tuvisteis la ocasión de asistir al evento, os recomendamos la entrevista que le hicieron a la ponente en el programa de radio Cabezas de Tormenta n.º 126, “El Estado turco contra la vida”, en www.cabezasdetormenta.org. Si bien es cierto, la charla (más amplia y detallada) también está grabada y puede accederse a ella desde el link del programa de radio.
Durante dicha ponencia, la compañera se presentó como una activista por la liberación animal que milita en varios colectivos de esta índole. Su postura en este ámbito se circunscribe a una lucha por la liberación total, tratando de enlazar el especismo con el resto de luchas sociales. Más allá de informar sobre la guerra en el Kurdistán turco, los recortes de libertades o las causas y consecuencias del golpe de Estado del pasado julio, también hizo hincapié en diferentes acciones que están llevando a cabo en suelo turco por parte de varios de los colectivos en los que ella participa. En este sentido, nos parece que merece de especial mención la campaña de objeción de conciencia al servicio militar obligatorio que comenzó el pasado otoño.
El precedente de esta campaña está en 2011, tras una masacre cometida por el ejército turco en Roboski, situado en la frontera entre Turquía e Irak. Durante décadas, era muy común que grupos de adolescentes se dedicaran al contrabando a minúscula escala de petróleo, cargándolo en caballos y mulas, que luego vendían por una miseria en suelo turco. Las autoridades turcas nunca han conseguido atajar del todo esta práctica, pero en 2011 decidieron dar un paso más en su escalada de violencia y bombardearon uno de estos pequeños convoyes, con el resultado de 34 chavales y 54 animales muertos. Esta acción suscitó numerosas protestas y acciones de carácter antimilitarista, y también supuso un punto de partida para parte del trabajo de varios de estos grupos de liberación animal de los que hemos hablado.
Con el tiempo, esta campaña de protestas iniciada en 2011 fue “relajándose”, para volver a cobrar fuerza con el principio de los toques de queda en el Kurdistán turco. Poblaciones aisladas, el asesinato de civiles, la exterminación de miles de animales o la quema de bosques se convirtieron en el pan de cada día en numerosas regiones kurdas. Ante esta situación, y teniendo en cuenta el punto muerto al que llegan todas y cada una de las demandas judiciales presentadas, desde estos colectivos pro liberación animal se plantea en noviembre del año pasado hacer un llamamiento a la objeción de conciencia colectiva. Partieron de una rueda de prensa en la que 8 jóvenes se negaron públicamente a ingresar en las prácticas militares obligatorias. La asistencia de medios de comunicación fue numerosa, en parte por ser el primer boicot del servicio militar obligatorio que partía de una postura pro liberación animal.
La llamada a la objeción de conciencia, que luego convirtieron en una objeción total (ampliando la crítica a una sociedad altamente machista, al desarrollismo exacerbado de la política económica del país o a la destrucción intencionada del entorno natural), se abrió a todo tipo de colectivos y movimientos sociales, pues plantearon que cada uno podía encontrar el nexo de unión entre sus luchas concretas y la lucha contra la acción de guerra del gobierno turco. Desde entonces se han realizado 3 ruedas de prensa más, en las que también han participado numerosas mujeres, que si bien están exentas de la mili obligatoria, han querido mostrar su rechazo a la violencia del ejército y su solidaridad con sus compañeros varones.
Para ahondar más en este tema os recomendamos dos artículos de la revista Píkara. Por un lado, una entrevista a la activista y abogada Eren Keskin (www.pikaramagazine.com/2016/07/eren-keskin-cabeza-de-turca); y por otro, un reportaje sobre la agencia de noticias kurda Jinha New (www.pikaramagazine.com/2016/07/jinha-news-periodistas-kurdas)
Pingback: Todo Por HacerLa cárcel como arma de guerra. Cárceles y represión en la Turquía moderna - Todo Por Hacer
Pingback: Todo Por HacerEl futuro de Turquía a referendum - Todo Por Hacer