Llega julio, y con él, un año más las calles de Pamplona se llenan por San Fermín. Unas fiestas que desbordan la ciudad, y en las que, por desgracia, toca hablar de violencia de género. Lo que hasta hace unos pocos años era tratado por los medios de comunicación como un reclamo más de San Fermín que ayudaba a vender ese carácter festivo y desenfadado de la fiesta al mercado turístico internacional, esas fotos de turbas de enervados y borrachos machotes sobando sin contemplaciones a la primera chica que se levantaba del suelo durante el chupinazo, ya ha dejado de parecer tan “gracioso”. A fuerza del trabajo de concienciación, en gran medida, de los diversos colectivos feministas de la ciudad, al menos eso se ha atajado. Lo que no quiere decir que el problema haya desaparecido. Este año la noticia volvió a primera plana cuando la Plataforma de Mujeres contra la Violencia Sexista y los diferentes colectivos que conforman Gora Iruñea! denunciaron un caso de “agresión sexual de alta intensidad”. Ésta se produjo la noche del 9 al 10 de julio en un bar del Casco Viejo de la capital navarra, cuando una joven de 19 años fue asaltada por un hombre que la encerró en los baños del local, mientras los colegas del mismo le reían la gracieta. Finalmente, dos amigos de la joven consiguieron forzar la puerta del baño y sacarla de allí.
La denuncia de la joven se ha visto salpicada por más polémica, en tanto que los hechos en cuestión difieren si los interlocutores son la Plataforma de Mujeres contra la Violencia Sexista y Gora Iruñea! o la Policía Nacional, lo que ha servido como clavo ardiendo a algunos/as desgraciados/as para quitarle hierro al asunto. Si bien es cierto que también existen acusaciones hacia la Policía de prestar poca colaboración en un primer momento hacia la denunciante, así como de no activar todos los protocolos destinados a casos de violencia machista.
Ante esta agresión, se convocó una concentración la tarde del 13 de julio en la plaza del Ayuntamiento, en la que se desbordó la capacidad de la misma. Miles de personas protestaron contra un nuevo caso de violencia de género. Del mismo modo, también se sumaron a la visibilización de la protesta varios bares del centro, que esa misma noche del 13 de julio apagaron la música durante media hora a partir de las doce la noche. Pero más allá de informar de este caso concreto, que seguramente muchos ya conoceríais, la idea de este artículo era doble, por un lado, hacer una pequeña reflexión sobre las razones que llevan a estas situaciones que se dan con tanta frecuencia en torno a grandes fiestas. Por otro lado, tratar de echar un vistazo sobre las respuestas que se están dando a estos casos de violencia sobre las mujeres desde el feminismo pamplonés.
Más allá de los casos de «agresión sexual de alta intensidad», las fiestas de San Fermín están plagadas de ataques contra la libertad de las mujeres, ya sea en forma de tocamientos, insultos, piropos, baboseos…. Y esto no es propiedad exclusiva de los/as pamploneses/as (ni mucho menos, pues si tiene más repercusión es, en parte, por la trascendencia pública de estas fiestas, e igualmente por muchas de las resistencias que se generan), sino que es una dinámica que adquiere un mayor dimensión de lo habitual en todo tipo de fiestas. Pero las fiestas no crean nada nuevo, simplemente dan visibilidad y vía libre a un monstruo que campa a sus anchas por nuestro día a día. La fiesta es únicamente la excusa, el alcohol en cuerpo propio y ajeno, y el pequeño (o gran) descontrol generado por la diversión, sirven como justificación de una actitud que normalmente se consideraría moralmente reprochable, pero que no todos interiorizan como tal. Nuestra sociedad desborda machismo y en las fiestas todos nos relajamos, y se tiende a legitimar esos “pequeños desfases”. El hombre que agrede en estos casos lo hace puesto que se cree en el derecho a marcar las reglas del juego (aunque para ello tenga que pasar por encima de la libertad de las mujeres), y en gran medida así es, pues el resto no se lo reprochamos (o no con la suficiente firmeza). No es más que un deseo de poder que se representa en una sociedad patriarcal, y por tanto toma como sujeto de segunda sobre el que ejercer ese poder a la mujer.
Y ante esta situación, ¿qué hacemos? ¿Cómo responder? En este sentido, nos parece muy interesante el trabajo que desde hace años llevan a cabo diversos colectivos feministas de la ciudad, y simplemente nombraremos algunos ejemplos. Cabe destacar el trabajo realizado por colectivos como Emakume Internazionalistak y otras feministas autónomas que cada año pueblan el Casco Viejo y las entradas a Pamplona de numerosas pancartas en diferentes idiomas contra las agresiones de género, o la puesta en marcha de un teléfono de atención a mujeres que han sufrido alguna agresión sexista durante las fiestas y que es gestionado por la Plataforma de Mujeres contra la Violencia Sexista y Gora Iruñea!. También son reseñables las varias manifestaciones y concentraciones que se han llevado a cabo diversos años antes del comienzo de San Fermín contra la violencia machista y por la autodefensa de las mujeres, la realización de talleres de autodefensa, la creación de espacios propios y seguros para mujeres, la implicación que se ha conseguido dentro de los diversos movimientos populares y de las peñas de las fiestas, y así un largo etcétera de acciones y actividades.
Más allá del ámbito de estos colectivos, el Ayuntamiento no se ha puesto manos a la obra en este asunto hasta el 2013, cuando se empezó a cuestionar en los medios de comunicación las famosas fotos de tocamientos masivos; es decir, no se ha preocupado realmente hasta que la imagen de las fiestas empezaba a correr peligro, y con ello, los cuantiosos ingresos que éstas producen tanto directa como indirectamente. A partir de dicho momento, han realizado estos dos últimos años sendas campañas sobre el tema. Pero al final son las campañas populares las que le han llevado a mover ficha, y las que han ido generando un cambio en la mentalidad de muchos/as, y ese es el camino en el nosotros/ as confiamos. A fin de cuentas este es un problema de grandes dimensiones, que no se cambia en cuatro días. Requiere educación, mucha educación, que cambie nuestras mentalidades y formas de relacionarnos, requiere lucha y resistencias, y como no, requiere una ruptura profunda con un sistema patriarcal, que genera unos roles y unas dinámicas de poder imposibles de modificar sin más.
Y mientras tanto, en Gasteiz… http://www.eldiario.es/norte/euskadi/plataforma-feminista-Vitoria-califica-Ayuntamiento_0_415058703.html